lunes, 31 de enero de 2011

52.- Ken (El Aquietamiento)

  
52.- Ken
el aquietamiento

Si por un momento intentamos aquietar y sosegar nuestros pensamientos, limitándonos a observarlos sin intervenir, sin participar, sin alimentarlos, sin alimentar los contrarios, sin involucrarnos y sin dejarnos arrastrar por ellos (sin cavilar, que diría muiso), simplemente viéndolos llegar y permitiendo que se alejen hasta desaparecer..... será como zazen

Si lo que hacemos es escoger una idea, concepto o pensamiento; lo observamos con todo detalle, lo analizamos desde todos los puntos de vista e intentamos comprenderlos hasta sus últimas consecuencias, lo que estamos haciendo es concentrarnos, enfocar el asunto del que se trate.

El hexagrama propone para este mes aprender a conjugar en la vida diaria ambas formas simultáneamente -lo está poniendo difícil :( -

por un lado aquietar nuestros pensamientos y concentrarnos en el momento presente
por otro adecuar nuestras inquietudes y reacciones a las circunstancias en las que nos encontramos

6 cuestiones que preguntarnos, una por cada línea del hexagrama:
- ¿Nos detenemos antes de que las apariencias, nuestros intereses o nuestro ego, puedan llegar a distorsionar o tergiversar la perspectiva de la situación en la que nos encontramos?

- ¿Somos conscientes de la dificultad que implica adecuar nuestros pensamientos y emociones al momento presente cuando nos encontramos sujetos a compromisos y condicionamientos?

- ¿Nos exigimos y nos imponemos a la fuerza demasiadas normas, reglas y límites, pudiendo llegar a perjudicarnos a nosotros mismos?

- ¿Intentamos aquietar nuestros pensamientos y emociones concentrándonos y dirigiendo nuestra atención al momento presente con el fin de superar y controlar nuestro ego?

- ¿Conseguimos adecuar lo que expresamos o manifestamos a las circunstancias en las que nos encontramos, concentrándonos y dirigiendo nuestra atención al momento presente?

- ¿Aquietamos nuestros pensamientos y nos concentramos en el momento presente, consiguiendo así, al superar nuestro ego, adecuar nuestras actitudes y reacciones a las circunstancias en las que nos encontramos?

El hexagrama habla del aquietamiento de la espalda. El texto señala que es necesario aquietarla y, con ella, los cordones nerviosos que la recorren de modo que se serenen el cuerpo, el corazón, la mente.

Aclara sin embargo que la quietud es un estado que debe ser compensado por su opuesto, el movimiento.
 
 

domingo, 30 de enero de 2011

Zen con corazón

 
Que no se nos olvide la Compasión............................................

que no se nos congele el Corazón

que no nos abandone la risa
ni la inocencia
ni la ternura............................
..................... que seamos tontos y, de puro tontos, hagamos cierto el dulce acoger y abrazar a más y más compañeros de Vía y no Vía. Y a nosotros mismos que también contamos............

............. por favor, que no se apague. Aunque seamos los últimos en cruzar a la otra orilla, como ofrecimos...................... que no se apague.
     

viernes, 28 de enero de 2011

La única forma de amar



Amaos uno al otro, pero que no os ate el amor:
que sea más bien un mar en movimiento
entre las orillas de vuestras almas...

Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de la misma.

Compartid vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.

Cantad y bailad juntos y sed dichosos, pero
dejad que cada uno esté solo:
hasta cuando las cuerdas del laúd están
solas tiemblan con la misma música.

Entregad el corazón, pero que no sea
propiedad del otro.
Pues sólo la mano de la vida puede abarcar
vuestros corazones.

Y seguid juntos aunque no demasiado cerca:
pues las columnas del templo se mantienen
separadas,
y el roble y el ciprés no crecen uno a la
sombra del otro.

Khalil Gibran (El profeta)



este guiño cómplice está dedicado al Comando (http://comandodharma.blogspot.com/)
y a muchos de los que por aquí  fondean, por ejemplo Ladrón de Guevara, libertario (http://pintoresde.blogspot.com/)
 
 

miércoles, 26 de enero de 2011

Alta Magia

 
Cambia el no puedo por un no quiero.

Manténte al acecho de las cosas que pasan por tu cabeza para no querer y..................

............................ a lo mejor te sorprende darte cuenta de no es que no puedas, es que no quieres, que si te pillas la gripe que te deja once días parado es porque querías parar, dormir, soltar, esos días y aún alguno más; que seguro que tienes "buenas razones" por mucho que digas y te quejes (que diga y me queje)

Querer es poder aunque escueza que haya veces que si no llegamos es porque en el fondo no queremos; que si no obtenemos o hacemos algo que decimos querer es por que una parte de nosotros al menos, opina que no "nos viene bien" y hace sabotaje de nuestros buenos deseos.

Dejo una entrevista a Parise. Las conclusiones, los acuerdos y desacuerdos con lo que dice son cosas íntimas y para uno mismo (afortunadamente  no hay por qué decirlo en alto). Pero transforman y permitir la transformación es una hermosa obligación.

Personalmente no estoy de acuerdo en todo y matizaría bastante pero, como el anterior video, proporciona llaves que abren puertas y eso es muy valioso.
 


   

sábado, 22 de enero de 2011

Jukai-e

   
Los kai, la toma de refugio, los votos............ son protecciones personales y por consiguiente, pero no menos importantes, colectivas.

Si se escucha con cuidado, la fórmula ritual contiene muchas claves y llaves:

Tomo refugio en lo sublime (el Budha), en lo inmaculado (el Dharma), en lo armonioso (la Sangha)

Y por lo que se ve en el video -y eso lo hace muy tierno- todos tenemos los mismos problemas con los papeles que no sabemos dónde poner, con los pasos que hay que dar y en qué dirección o dónde colocarnos, con el incienso que no se sujeta :))

    

jueves, 20 de enero de 2011

Una conversación sobre zen y dios

 
La conocía desde que era pequeña pero no la había visto desde hacía muchos años. Se proclamaba atea y quería conocer algo sobre el Zen porque, como remarcó: los budistas no creen en dios. Hablamos durante casi una hora.

- ¿Por qué crees que no hay dios?, le pregunté.

- ¿Por qué debería creer que hay un dios cuando no hay evidencia de ninguno? ¿Dónde hay un dios que pueda ver, tocar, escuchar, o sentir de cualquier otra forma? Creer en Dios es creer en una ilusión.

- ¿Así que quieres decir que como no puedes percibir a Dios con tus sentidos Dios no existe? le pregunté.

- Soy una persona racional y enfatizó "racional" (por cierto que mircea eliade dice con muy buen tino que el hombre meramente racional es una pura abstracción)

- ¿Y qué sucedería si alguien pudiera percibir a Dios? le pregunté.

- Entonces se están engañando a sí mismos.

- ¿Cómo lo sabes? seguí con el razonamiento. ¿Qué pasaría si sus conocimientos les permitieran percibir a dios y los tuyos no?

- Bueno, creo que si hubiera un dios sería capaz de percibirlo. ¿Qué conocimiento podría alguien tener que yo no tengo?

- ¿Recuerdas cuando eras una niña pequeña -le pregunté-, cuando el mundo parecía confuso y tal vez un poco terrible?

- Sí, dijo mientras me miraba un tanto extrañada por cambiar de tema, después continuó la conversación. Recuerdo cuando estaba asustada en mi habitación. Imaginaba que debajo de la cama vivían perros guardianes que me protegerían de noche.

- ¿Sigues teniendo perros guardianes bajo la cama por la noche?
Rió.

- Bueno, entonces estarás de acuerdo en que la comprensión y el conocimiento pueden cambiar a medida que crecemos, ¿no?

- Sí. dijo, quizás imaginando a dónde estaba yendo con mi razonamiento.

- Entonces, ¿por qué quieres creer que no hay dios, cuando, de hecho, puede ser posible experimentarlo? ¿Podría ser que hubiera alguna satisfacción, tal vez alivio, en la incredulidad en dios?

Dijo que no estaba segura de hacia dónde quería ir.

- La mente es algo divertido, comencé. A no ser que se encuentre en un modo receptivo parece que no se permite aprender o conocer cosas nuevas. Cuando adopta una opinión sobre algo, niega la posibilidad de cualquier nuevo conocimiento que descanse fuera de su compresión actual. Hay muchos ejemplos de esto en la historia de la raza humana, ejemplos que la mayoría de nosotros conocemos; por ejemplo, fue décadas después de que los científicos y exploradores mostraran que el mundo no era plano cuando la gente se lo creyó. A la mente no le gusta desprenderse de sus creencias. Incluso hoy en día hay algunos pocos que se niegan a creer que el hombre haya puesto un pie sobre la luna. Pueden ser una pequeña minoría, pero insistirán en que alguien que crea en esas cosas estará entregándose a vuelos de fantasía. ¿Deberíamos creerles?

Los grandes descubrimientos ocurren cuando la mente se estira más allá de los límites del conocimiento existente. La teoría de las fuerzas de Isaac Newton, la teoría de Einstein de la relatividad especial, la teoría de los quarks de Gell-Mann, sus contribuciones a la ciencia pueden estar fuera de duda hoy en día, pero pasaron muchos años antes de que sus pensamientos fueran considerados explicaciones plausibles de la naturaleza, incluso por sus colegas. Ninguno de estos hombres sabían dónde les llevarían sus incursiones en los terrenos no explorados de la mente. Sus descubrimientos estaban tan alejados de la colectiva mente científica de su tiempo, que incluso tuvieron que invertar nuevas matemáticas para describir y explicar sus de otra forma increíbles descubrimientos.

- ¿Pero cómo puedo no creer en dios sin creer en dios?, preguntó. Hay creencia y hay incredulidad, uno cree en algo o no.

- ¿Crees que Einstein 'creía' en la relatividad especial antes de descubrirla? le pregunté. ¿Sabías que confesó que no creyó en ella incluso después de descubrirla? Pero eso no hizo que desapareciera; no afectó el hecho de la relatividad especial. Lo que creía no provocó ningún tipo de diferencia. Así es la realidad. Está ahí la creas o no.

Se quedó mirándome en silencio durante unos momentos... La realidad es independiente de lo que creamos... musitó para sí.

- Cuando quieres ir a la tienda coges las llaves y vas a tu coche. ¿Necesitas creer en tu coche para conducir hasta la tienda? Dos pasos de distancia separan a la creencia de la realidad de lo que se cree. Cuando hablamos de creencias hablamos solo de creencias, no de otra cosa las creencias crean su propia realidad. La creencia es la respuesta dualista de la mente a una idea o percepción. La realidad solo puede percibirse directamente, antes de que la mente la filtre. Una vez que el cerebro interpreta la realidad, la nueva realidad es solamente la interpretación. Este es el primer paso de distanciamiento. Cuando la mente finaliza su interpretación, la comprueba para ver cómo encaja con el resto de las experiencias que ha procesado a través de los años. Dado que la mente en inherentemente dualista, es decir, que categoriza las cosas como verdaderas o falsas, buenas o malas, correctas o erróneas, coloca la opinión sobre la interpretación. Este es el segundo paso de distanciamiento. Una vez que hemos llegado aquí, tendemos a perder cualquier contacto que pudieramos haber tenido con la realidad que dio origen al episodio entero. En vez de ver una pila de latas usadas y montones de vasos de plástico en una esquina de la calle, vemos un "montón de basura"; en vez de simplemente ver a un hombre caminando por la calle vemos a un "infeliz vagabundo".

- ¿Estás diciendo entonces que no deberíamos creer en nada? ¿No enseñamos a nuestros hijos qué creer y qué no creer para que puedan sobrevivir en el mundo cuando sean adultos?

- Cuando enseñamos nuestras creencias a los niños, ¿no nos limitamos a enseñar nuestras creencias? ¿No son las creencias abstracciones de lo que es real? Les leemos a nuestros hijos una historia sobre animales de granja y aprenden algo de ello. Después les llevamos a una granja y ven y sienten un cerdo o un caballo. De eso aprenden algo más. Cuando se hacen más grandes tal vez los montamos en un caballo y les dejamos cabalgarlo, o les dejamos que alimenten a los cerdos y a los patos. Ellos aprenden más aún sobre los animales de estas experiencias. Ahora bien, si les quitamos todas estas experiencias a medida que crecen y solo les contamos historias sobre animales de granja, solo los conocerían por abstracciones de las historias. ¿Hay diferencia entre estos dos tipos de conocimiento? Realmente no, pero hay una diferencia en lo que se conoce. ¿No tendrán fe los niños que únicamente han crecido con historias en que estas están basadas en una realidad subyacente en que efectivamente hay en el mundo animales de granja aunque nunca los hayan visto, tocado, olido o alimentado?

La fe, sin creencia, nos prepara psicológicamente para encontrar lo real que aún no ha sido vislumbrado. Por esta razón en muchas religiones se enseña la fe en Dios como un medio de prepararnos para un encuentro con Dios. Una vez que se encuentra al real, la fe y la creencia desaparecen como el capullo de una mariposa. El escudo protector de la fe ya no es necesario. El niño que crece solamente leyendo sobre animales de granja adquiere fe en su existencia, pero más tarde, tal vez después de vivir en un granja durante unos años, simplemente conoce sobre los animales de granja. La fe no está implicada. Para él, la idea de tener fe en la existencia de una vaca es ridícula.

Algunos budistas pueden decir que creen en Dios, otros pueden decir lo contrario, pero la realidad de Dios es independiente de cualquier cosa que cualquiera pueda creer o no creer. Las religiones del mundo dan testimonio del deseo universal que tiene nuestra mente para realizar lo que es más grande que ella. ¿Cómo describimos algo que no guarda relación o semajanza con nada? ¿Lo llamamos Dios, Naturaleza búdica, Alá, Jehová, Nuestro Padre Celestial, o le atribuimos a esa misteriosa esencia de la que hablamos un sonido como "Om"? En realidad, solo son formas de referirse a algo que desafía a todas las formas de referencia.

Dijo que ella no había pensado antes en las cosas de esta manera, y después preguntó cómo encajaba el Zen con todo esto.

- En Zen meditamos para ser capaces de mirar profundamente en nuestra propia naturaleza para trascender el limitado ego. Los pensamientos, cuando son filtrados a través del ego, conducen al argumento, y el argumento trae el conflicto y la confusión. La contemplación conduce al entendimiento y en última instancia a la sabiduría. No importa lo que la gente nos diga, o lo que podamos pensar sobre esto o aquello. No podemos esperar realizar a Dios con nuestros pensamientos o por medio de una creencia incuestionada. Pero cuando podemos volvernos vacíos de yo, la cuestión de Dios desaparece por completo. Llamamos a esto Unión Divina o Samadhi.

Dejé de hablar y permanecimos en silencio durante un breve tiempo. De repente pareció muy cansada.

Dejar irse a las ideas que tenemos sobre lo cierto y lo falso del mundo en el que vivimos es difícil, incluso doloroso. Aquellos que hemos recorrido este camino lo comprendemos como una muerte: la muerte del ego, el fallecimiento de nuestro sentido de existencia como una entidad independiente, separada de todo. El Buddha realizó que es debido a nuestro sentido de separación que nosotros, los seres humanos, sufrimos. El, al igual que muchos otros después de él, fue capaz de trascender su alienada existencia samsárica. El Nirvana, explicó, se encuentra vaciando nuestra mente de su equipaje; sus apegos. El esfuerzo es por completo interno. Requiere perseverancia y una fe constante en que el esfuerzo rendirá frutos.

Lo hace.

lunes, 17 de enero de 2011

Frente a las adversidades

    



Hay veces que el agua de la vida se pone a hervir y entonces....







Puedo ser como una zanahoria que voy de fuerte y dura pero tras el hervor me quedo blanda y fácil de deshacer. Soy fuerte pero cuando el dolor y la fatalidad me tocan me vuelvo débil y pierdo toda mi fortaleza.




O como un huevo que llego frágil, con mi cáscara fina protegiendo un interior líquido pero después de estar en el agua hirviendo, me vuelvo dura. ¿Soy como él comenzando con un corazón maleable y un espíritu fluido pero  que tras una muerte, una separación o un despido me hago inflexible?

Por fuera sigo igual, pero ¿soy amargada y rígida con el alma endurecida?




O pudiera ser que fuera como un grano de café que transforma hasta el mismísimo agua hirviendo que tanto dolor le causa y cuando las cosas llegan al punto máximo de ebullición regala su mejor sabor y aroma.



Ojalá sea así: que cuando parezca que todo se vuelve intolerable, las circunstancias no me derroten. Que siempre esparza un dulce perfume, grato, cálido e inagotable que alegre mi corazón y el corazón del mundo.

Como un granito de buen café.

  

"Parecer" parece imprescindible

 
 

viernes, 14 de enero de 2011

No es Zen todo lo que reluce

 
Es más, últimamente parece que cuanto más reluce...
 
No es por fastidiarle el negocio a nadie pero apellidar zen a cualquier estilo de meditación o relajación no la convierte en zazen. Puede sentar bien y hacer más elásticos los músculos de carne y hasta los emocionales pero no será zazen.

Zazen no es sentarse en casa uno solo consigo mismo en loto, medio loto, seiza o a lo apache y respirar despacio durante un rato diario, que no es que esté mal, todo lo contrario, está muy bien, es sólo que no es zazen. Eso es relajación.

Zazen no es una meditación guiada por instrucciones y palabras o el carisma personal de un psicólogo, psiquiatra, médico o filósofo ni nadie ya sea erudito o no erudito. No incluye visualización de playas tranquilas y soleadas ni accesos imaginarios a la gruta escondida de una montaña donde, por ejemplo, habite un maestro que contestará nuestras preguntas más urgentes. Eso es meditación guiada y visualización. Puede estar muy bien (y lo está) pero tampoco es zazen.

Zen es zazen y se transmite en los dojos, de boca a oreja y en bajito literalmente, de piel a piel literalmente (por ahí leí -en concreto de roberto poveda, el de huellas del zen- una cosa muy hermosa y exacta: "rodilla contra rodilla". Quienes practicamos zazen sabemos a qué se refiere), de discípulo antiguo a discípulo que acaba de llegar, literalmente, en una cadena ininterrumpida desde Buda y de eso hace ya 2.500 años (cien arriba o cien abajo que viene a ser lo mismo), 2.500 años empujando nuestra espalda hacia arriba y anclando nuestras rodillas en la Tierra.

Para transmitir hace falta haber recibido la transmisión directa de parte de un discípulo anterior, certificado y autentificado y por tanto capacitado para certificar y autentificar la práctica del siguiente en el linaje.


Dentro de la tradición zen no existe la transmisión por los libros, cuestión que resulta desesperante muchas veces, porque es una tradición oral y por oral no se puede entender tan sólo que sea por la palabra pues contiene mucho más que palabras, son palabras grávidas y cargadas que muestran más que conceptos y que son instrumentos auxiliares para la postura.

Todo eso y mucho más se hace exclusivamente dentro de un dojo y durante la práctica de zazen con los kusen y con el silencio, las campanas y los gestos... todo emitido y recibido en un estado de conciencia especial que no espectacular. Es distinto. Especial por vacío, tal vez por anulado, por diferente del estado de conciencia ordinario, el que normalmente usamos para la vida cotidiana, no por ser ni raro ni paranormal ni nada de nada. De hecho nos lo llevamos pegado, durante un ratito al menos, a la calle mientras volvemos a casa, a casa mientras preparamos la cena, al sueño cuando vamos a dormir y no nos impide las actividades diarias sino todo lo contrario.

Lo digo porque de vez en cuando veo por ahí anunciado: “Meditación Zen” y quien lo anuncia hace lo que mejor le parece y como mejor le parece. Bueno, pues por más que se llame como se llame y tenga un nombre y hasta un renombre, si ese alguien no está entroncado (en-troncado, unido al tronco) en cualquiera de las ramas del árbol Zen, cualquier cosa que cuente por muy hermosa que sea y sin dudar de la veracidad de lo que diga, no será zen.

Por este lado del mundo las cosas no son tan estrictas y formales como explica el texto del enlace que dejo a continuación (hasta donde sé) pero podemos hacernos una idea de todo el proceso.

http://reflexioneszen.blogspot.com/2010/11/linaje-y-transmision.html

jueves, 13 de enero de 2011

Meditar como la Montaña o como la Amapola... sanpai

   

Cuando un joven filósofo, llegó al Monte Athos, había leído ya un cierto número de libros sobre la espiritualidad ortodoxa, particularmente la pequeña filocalia de la oración del corazón en los relatos del peregrino ruso. Estaba seducido sin estar verdaderamente convencido. Una liturgia vivida en su ciudad le había inspirado el deseo de pasar algunos días en el Monte Athos, con ocasión de sus vacaciones en Grecia, para saber un poco más sobre el método de la oración de los hesicastas, esos silenciosos a la búsqueda de "hesychia", es decir, de paz interior.

Contar con detalle cómo llegó al padre Serafín, que vivía en un eremitorio próximo a San Pantaleón, sería demasiado largo. Digamos únicamente que el joven filósofo estaba un poco cansado. No encontraba a los monjes a la altura de sus libros. Digamos también que, si bien había leído varios libros sobre la meditación y la oración, no había rezado verdaderamente ni practicado una forma particular de meditación y lo que pedía en el fondo no era un discurso más sobre la oración o la meditación sino una "iniciación" que le permitiera vivirlas y conocerlas desde dentro por experiencia y no sólo de "oídas".

El padre Serafín tenía una reputación ambigua entre los monjes de su entorno. Algunos le acusaban de levitar, otros de que gritaba y gemía, algunos le consideraban como un campesino ignorante, otros como un venerable staretz inspirado por el Espíritu Santo y capaz de dar profundos consejos así como de leer en los corazones.

Cuando se llegaba a la puerta de su eremitorio, el padre Serafín tenía la costumbre de observar al recién llegado de la manera más impertinente: de la cabeza a los pies, durante cinco largos minutos, sin dirigirle ni una palabra. Aquéllos a quienes ese examen no hacía huir, podían escuchar el áspero diagnóstico del monje:

"En usted no ha descendido más abajo del mentón.
De usted, no hablemos. Ni siquiera ha entrado.
Usted... no es posible... que maravilla. Ha bajado hasta sus rodillas..."

Hablaba del Espíritu Santo y de su descenso más o menos profundo en el hombre. Algunas veces a la cabeza, pero no siempre al corazón ni a las entrañas... Así es como juzgaba la santidad de alguien, según su grado de encarnación del espíritu. El hombre perfecto, el hombre transfigurado era para él, el habitado todo entero por la presencia del Espíritu Santo de la cabeza a los pies. "Esto no lo he visto sino una vez en el staretz Silvano, decía, era verdaderamente un hombre de Dios, lleno de humildad y de majestad".

El joven filósofo no estaba aún ahí. El Espíritu Santo sólo había encontrado paso en él "hasta el mentón". Cuando pidió al padre Serafín que le hablase de la oración del corazón y de la oración pura según Evagiro Póntico, el padre Serafín comenzó a gemir. Esto no desanimó al joven, que insistió. Entonces el padre Serafín le dijo: "Antes de hablar de la oración del corazón, aprende primero a meditar como la montaña...". Y le mostró una enorme roca: "Pregúntale cómo hace para rezar. Después vuelve a verme".

Meditar como una montaña.
Así comenzó para el joven una verdadera iniciación al método de oración hesicasta. La primera meditación que le habían propuesto se refería a la estabilidad, al enraizamiento de un buen cimiento.

En efecto, el primer consejo que se puede dar al que quiere meditar no es de orden espiritual sino físico: siéntate. Sentarse como una montaña quiere decir tomar peso, estar grávido de presencia. Los primeros días al joven le costaba mucho quedarse inmóvil, con las piernas cruzadas, con la pelvis ligeramente más alta que las rodillas. Una mañana sintió realmente lo que quería decir meditar como una montaña. Estaba allí con todo su peso, inmóvil. Formaba una sola cosa con ella, silencioso bajo el sol. Su noción del tiempo había cambiado ligeramente. Las montañas tienen un tiempo distinto, otro ritmo. Estar sentado como una montaña es tener la eternidad delante, es la actitud justa para el que quiere entrar en la meditación: saber que está la eternidad detrás, adentro y delante de sí.

Antes de construir una iglesia es necesario ser piedra y sobre esta piedra (esta solidez imperturbable de la roca) Dios podría construir su Iglesia y hacer del cuerpo del hombre su templo. Así comprendía el sentido de la palabra evangélica: "Tú eres piedra y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia".

Se quedó así varias semanas. Lo más duro era pasar varias horas "sin hacer nada". Era menester volver a aprender a estar, simplemente estar, sin objeto ni motivo. Meditar como una montaña era la meditación misma del Ser, "del simple hecho de Ser", antes de cualquier pensamiento, cualquier placer o dolor.

El padre Serafín le visitaba cada día, compartía con él sus tomates y algunas aceitunas. A pesar de esta régimen tan frugal, el joven parecía haber ganado peso. Su paso era más tranquilo. La montaña parecía haberle entrado en la piel. Sabía acoger su tiempo, acoger las estaciones, estar silencioso y tranquilo, a veces como la tierra árida y dura, otras veces como el flanco de una colina que espera la cosecha.

Meditar como una montaña había modificado igualmente el ritmo de sus pensamientos. Había aprendido a "ver" sin juzgar, como si diese a todo lo que crece en la montaña "el derecho de existir".

Un día, unos peregrinos, impresionados por la calidad de su presencia, le tomaron por un monje y le pidieron la bendición. Al enterarse de esto, el padre Serafín comenzó a molerle a golpes... El joven empezó a gemir.

"Menos mal, creía que te habías hecho tan estúpido como los guijarros del camino... La meditación hesicasta tiene el enraizamiento, la estabilidad de las montañas, pero su objetivo no es hacer de ti un tocho muerto sino un hombre vivo".

Tomó al joven del brazo y le condujo hasta el fondo del jardín donde, entre las hierbas salvajes, se podían ver algunas flores.

"Ahora ya no se trata de meditar como una montaña estéril. Aprende a meditar como una amapola, aunque no olvides por eso la montaña".

Meditar como una amapola
Así fue como el joven aprendió a florecer.

La meditación es ante todo un cimiento y eso es lo que le había enseñado la montaña. Pero la meditación es también una "orientación" y es lo que ahora le enseñaba la amapola: volverse hacia el sol, volverse desde lo más profundo de sí mismo hacia la luz. Hacer de ello la aspiración de toda su sangre, de toda su savia.

Esta orientación hacia lo bello, hacia la luz, le hacía a veces enrojecer como una amapola. Aprendió también que para permanecer bien orientada, la flor debía tener el tallo erguido. Comenzó, pues, a enderezar su columna vertebral.

Esto le planteaba algunas dificultades porque había leído en ciertos textos de la filocalia que el monje debía estar ligeramente curvado, con la mirada vuelta al corazón y las entrañas.

Cuando pidió una explicación al padre Serafín, los ojos del staretz le miraron con malicia. "Eso era para los forzudos de otros tiempos. Estaban llenos de energía y había que recordarles la humildad de la condición humana. Doblarse un poco el tiempo de la meditación no les hacía ningún daño... pero tú más bien tienes necesidad de energía y por tanto, en el tiempo de la meditación, enderézate, estáte vigilante, ponte derecho vuelto hacia la luz, pero sin orgullo... por otro lado, si observas bien la amapola, te enseñará no sólo el enderezamiento del tallo sino además una cierta flexibilidad bajo las inspiraciones del viento y también una gran humildad".

En efecto la enseñanza de la amapola consistía también en su fugacidad, en su fragilidad. Había que aprender a florecer pero también a marchitarse. El joven comprendía mejor las palabras del profeta: "Toda carne es como la hierba y su delicadeza es la de la flor de los campos. La hierba se seca, la flor se marchita... Las naciones son como una gota de agua de rocío en el borde de un cubo... Los jueces de la tierra apenas plantados, apenas arraigados..., se secan y la tempestad se los lleva como paja" (Is 40).

La montaña le había enseñado el sentido de la eternidad, la amapola le enseñaba la fragilidad del tiempo: meditar es conocer lo Eterno en la fragilidad del instante, un instante recto, bien orientado. Es florecer el tiempo en que se nos ha dado florecer, amar en el tiempo en que se nos ha dado amar, gratuitamente, sin por qué; puesto que ¿por qué florecen las amapolas?

Aprendía así a meditar "sin objeto ni beneficio", por el placer de ser y de amar la luz. "El amor tiene en sí mismo su propia recompensa", decía San Bernardo. "La rosa florece porque florece, sin por qué", decía también Angelus Silesius. "La montaña florece en la amapola, pensaba el joven, todo el universo medita en mí. Ojalá pueda enrojecer de alegría todo el tiempo que dure mi vida". Este pensamiento era sin duda excesivo. El padre Serafín comenzó a sacudir a nuestro filósofo y de nuevo le cogió por el brazo.

Lo llevó por un camino abrupto hasta el borde del mar, a una pequeña cala desierta. "Deja ya de rumiar como una vaca el sentido de las amapolas. Adquiere también el corazón marino. Aprende a meditar como el océano".

Meditar como el océano
El joven se acercó al mar. Había adquirido un buen cimiento y una orientación recta; estaba en buena postura. ¿Qué le faltaba? ¿Qué podía enseñarle el chapoteo de las olas?. El viento se levantó. El flujo y reflujo del mar se hizo más profundo y eso despertó en él el recuerdo del océano. En efecto, el viejo monje le había aconsejado meditar "como el océano" y no como el mar. Cómo había adivinado que el joven había pasado largas horas al borde del Atlántico, sobre todo de noche, y que conocía ya el arte de poner de acuerdo su respiración con la gran respiración de las olas. Inspiro, expiro... y luego soy inspirado, soy expirado. Me dejo llevar por el soplo como alguien que se deja llevar por las olas. Hacía el muerto, llevado por el ritmo de las respiraciones del océano. Eso le había conducido a veces al borde de extraños desvanecimientos. Pero la gota de agua, que en otro tiempo "se desvanecía en el mar" guardaba hoy su forma, su consciencia. ¿Era efecto de su postura?, ¿de su enraizamiento en la tierra?. Ya no era el ritmo profundizado de su respiración quién le llevaba. La gota de agua conservaba su identidad y sin embargo sabía "ser una" con el océano. De este modo el joven aprendió que meditar es respirar profundamente, dejar ir el flujo y reflujo del aliento.

Aprendió igualmente que aunque hubiese olas en la superficie, el fondo del océano seguía estando tranquilo. Los pensamientos van y vienen, nos llenan de espuma, pero el fondo del ser permanece inmóvil. Meditar a partir de las olas que somos para perder pie y echar raíces en el fondo del océano. Todo esto se hacía cada día un poco más vivo en él y se acordaba de las palabras de un poeta que le habían impresionado en su adolescencia: "La existencia es un mar lleno de olas que no cesan. De este mar la gente normal sólo percibe las olas. Mira cómo de las profundidades del mar aparecen en la superficie innumerables olas mientras que el mar queda oculto en ellas".

Hoy el mar le parecía menos "oculto en la olas", la unidad de las cosas parecía más evidente sin que esto aboliera la multiplicidad. Tenía menos necesidad de oponer el fondo y la forma, lo visible y lo invisible. Todo constituía el océano único de su vida.

En el fondo de su alma, ¿no estaba el ruah, el pneuma, el gran soplo de Dios?

"El que escucha atentamente su respiración, le dijo entonces el monje Serafín, no está lejos de Dios. Escucha quién está ahí, al final de tu espiración, quién está en el origen de tu inspiración". En efecto, había momentos de silencio más profundos entre el flujo y reflujo de las olas, había allí algo que parecía llevar en sí el océano.

Meditar como un pájaro
Estar sobre un buen cimiento, estar orientado hacia la luz, respirar como un océano no es todavía la meditación hesicasta, le dijo el padre Serafín; ahora debes aprender a meditar como un pájaro. Y le llevó a una pequeña celda cercana a su eremitorio donde vivían dos tórtolas. El arrullo de los dos animalitos le pareció de momento encantador pero no tardó en ponerle nervioso. Parece que escogían el momento en que caía dormido para arrullarse con las palabras más tiernas. Preguntó al viejo monje que significaba todo aquello y si esa comedia iba a durar mucho. La montaña, la amapola, el océano, podían pasar (aunque uno pueda preguntarse qué hay de cristiano en todo ello), pero proponerle ahora este pájaro lánguido como maestro de meditación era demasiado.

El padre Serafín le explico que en el Antiguo Testamento la meditación se expresa con la raíz traducida en general al griego por m‚l‚t‚ -meletan- y en latín por meditari-meditatio. En su forma primitiva la raíz significa "murmurar a media voz". Igualmente se emplea para designar gritos de animales, por ejemplo el rugido del león (Is 31,4), el piar de la golondrina y el canto de la paloma (Is 38,14), pero también el gruñido del oso.

"En el monte Athos no hay osos. Por eso te he traído junto a una tórtola, pero la enseñanza es la misma. Hay que meditar con la garganta, no sólo para acoger el aliento, sino para murmurar el nombre de Dios día y noche... Cuando eres feliz, casi sin darte cuenta canturreas, murmuras a veces palabras sin significado y ese murmullo hace vibrar todo tu cuerpo con una alegría sencilla y serena. Meditar es murmurar como una tórtola, dejar subir ese canto que viene del corazón, como tú has aprendido a dejar que suba a ti el perfume de la flor... Meditar es respirar cantando. Sin quedarnos mucho en su significado, te propongo que repitas, murmures, canturrees lo que está en el corazón de todos los monjes del monte Athos: "Kyrie eleison, Kyrie eleison... "

Esto no le gustaba mucho al joven filósofo. En algunas bodas o entierros lo había oído traducido por: "Señor, ten piedad".

El monje se puso a sonreir: "Sí, es uno de los significados de esta invocación, pero hay otros muchos. Quiere decir también "Señor, envía tu Espíritu", que tu ternura esté sobre mí y sobre todos", "que tu nombre sea bendito", etc, pero no busques demasiado el sentido de la invocación. Ella se te revelará por sí misma. De momento sé sensible y estáte atento a la vibración que despierta en tu cuerpo y en tu corazón. Procura armonizarla apaciblemente con el ritmo de tu respiración. Cuando te atormenten tus pensamientos recurre suavemente a esta invocación, respira más profundamente, manténte erguido y conocerás el comienzo de la hesiquia, la paz que da Dios sin engaño a los que le aman".

Al cabo de algunos días el "Kyrie eleison" se le hizo más familiar. Le acompañaba como el zumbido acompaña a la abeja cuando hace la miel. No lo repetía siempre con los labios. El zumbido se hacía entonces más interior y su vibración más profunda.

El "Kyrie eleison" cuyo sentido había renunciado a "pensar" le conducía a veces al silencio desconocido y se encontraba en la actitud del apóstol Tomás cuando descubrió a Cristo resucitado: "Kyrie eleison", mi Señor es mi Dios.

La invocación le llevaba poco a poco a un clima de intenso respeto por todo lo que existe. Pero también de adoración por lo que está oculto en la raíz de toda existencia.

El padre Serafín le dijo entonces: "Ya no estás lejos de meditar como un hombre. Tengo que enseñarte la meditación de Abraham".

Meditar como Abraham
Hasta aquí la enseñanza del staretz era de orden natural y terapéutico. Según el testimonio de Filón de Alejandría, los antiguos monjes eran "terapeutas". Más que conducir a la iluminación, su papel consistía en curar la naturaleza; ponerla en las mejores condiciones para que pudiera recibir la gracia, que no contradecía la naturaleza sino que la restauraba y cumplía. Es lo que hacía el monje con el joven filósofo enseñándole un método de meditación que algunos podrían llamar "puramente natural". La montaña, la amapola, el océano, el pájaro, eran otros tantos elementos de la naturaleza que recuerdan al hombre que debe ir más lejos, recapitular, los diferentes niveles del ser o incluso los diferentes reinos que componen el macrocosmos: el reino mineral, el reino vegetal, el reino animal... A menudo el hombre ha perdido el contacto con el cosmos, con la roca, con los animales y esto ha provocado en él desazones, enfermedades, inseguridades, ansiedad. La persona humana se siente "de más", extranjera en el mundo. Meditar era comenzar a entrar en la meditación y la alabanza del universo porque, como dicen los Padres, "todas las cosas saben rezar entes que nosotros". El hombre es el lugar en que la oración del mundo toma consciencia de ella misma; está para nombrar lo que balbucean las criaturas. Con la meditación de Abraham entramos en una consciencia nueva y más alta que se llama fe, es decir, la adhesión de la inteligencia y del corazón en ese "tú" que se transparenta en el tuteo múltiple de todos los seres.

Esa es la experiencia de Abraham: detrás del titilar de las estrellas hay algo más que estrellas, una presencia difícil de nombrar, que nada puede nombrar y que sin embargo posee todos los nombres.

Es algo más que el universo y que sin embargo no puede ser aprehendido fuera del universo. La diferencia que hay entre el azul del cielo y el azul de una mirada, más allá de todos los azules. Abraham iba a la búsqueda de esa mirada.

Después de haber aprendido el cimiento, el enraizamiento, la orientación positiva hacia la luz, la respiración apacible de los océanos, el canto interior, el joven estaba invitado a despertar el corazón. "He aquí que de repente tú eres alguien". Lo propio del corazón es, en efecto, personalizarlo todo y en este caso, personalizar al Absoluto, la fuente de todo lo que es y respira, nombrarlo, llamarle "mi Dios, mi Creador" e ir en su Presencia. Para Abraham meditar es mantener bajo las apariencias más variadas el contacto con esta Presencia. Esta forma de meditación entra en los detalles concretos de la vida cotidiana. El episodio de la encina de Mambr nos muestra a Abraham "sentado a la entrada de la tienda, en lo más cálido del día"; allí acogerá a tres extranjeros que van a revelarse como enviados de Dios. Meditar como Abraham, decía el padre Serafín, es "practicar la hospitalidad: el vaso de agua que das al que tiene sed, no te aleja del silencio sino que te acerca a la fuente. Meditar como Abraham, ya lo entiendes, no sólo despierta en ti paz y luz sino también el amor por todos los hombres". El padre Serafín leyó al joven el famoso pasaje del libro del Génesis en que se trata de la intercesión de Abraham.

"Abraham estaba delante de Yahvé... se acercó y le dijo: ¿Vas a suprimir al justo con el pecador? ¿Acaso hay cincuenta justos en la ciudad y no perdonarás a la ciudad por los cincuenta justos que hay en su seno...?" Poco a poco Abraham fue reduciendo el número de los justos para que Gomorra no fuera destruida. "Que mi Señor no se irrite y hablaré una vez más: ¿Acaso se encontrarán Diez?" (Gen 18,16)

Meditar como Abraham es interceder por la vida de los hombres, no ignorar su corrupción pero sin embargo no desesperar jamás de la misericordia de Dios.

Este estilo de meditación libera el corazón de cualquier juicio y condena, en todo tiempo y lugar. Aunque sean muchos los horrores que pueda contemplar, llama al perdón y a la bendición.

Meditar como Abraham lleva aún más lejos. Las palabras pugnaban por salir de la garganta del padre Serafín, como si quisiera ahorrar al joven una experiencia por la que él mismo había debido pasar y que despertaba en su memoria un temblor casi sutil... esto puede llevar hasta el sacrificio... y le citó el pasaje del Génesis en que Abraham se muestra dispuesto a sacrificar a su propio hijo Isaac: "Todo es de Dios, murmuró el padre Serafín, Todo es de Él, por Él y para Él. Meditar como Abraham te lleva a una total desposesión de ti mismo y de lo que te es más querido... Busca lo que valoras más, lo que identifica tu yo... para Abraham era su hijo único. Si eres capaz de esta donación, de ese abandono moral, de esa confianza infinita en lo que trasciende toda razón y todo sentido común, todo te será devuelto centuplicado. "Dios proveerá". Meditar como Abraham es adherirse por la fe a lo que trasciende el universo, es practicar la hospitalidad, interceder por la salvación de todos los hombres. Es olvidarse de uno mismo y romper los lazos más legítimos para descubrirnos a nosotros mismos, a nuestros prójimos y al universo habitado por la infinita presencia del "Único que es".

Meditar como Jesús
El padre Serafín se mostraba cada vez más discreto. Notaba los progresos que hacía el joven en su meditación y oración. Varias veces le había sorprendido con el rostro bañado en lágrimas, meditando como Abraham e intercediendo por los hombres: "Dios mío, misericordia. ¿Que será de los pecadores?". Un día, el joven fue hacia él y le preguntó: "Padre ¿por qué no me hablas nunca de Jesús? ¿Cómo era su oración, su forma de meditar?. En la liturgia y en los sermones sólo se habla de él. En la oración del corazón, tal como se describe en la filocalia, hay que invocar su nombre. ¿Por qué no me dices nada de eso?".

El padre Serafín pareció turbarse; como si el joven le preguntara algo indecente, como si tuviera que revelar su propio secreto. Cuanto más grande es la revelación recibida, más grande debe ser nuestra humildad para transmitirla. Sin duda no se sentía tan humilde: "Eso sólo el Espíritu Santo te lo puede enseñar. "Quién es el Hijo lo sabe sólo el Padre; quién es el Padre, lo sabe sólo el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Lc 10, 22). Tienes que hacerte hijo para rezar como el Hijo y tener con quién él llama su Padre, las mismas relaciones de intimidad que él y esto es obra del Espíritu Santo. El te recordará todo lo que Jesús ha dicho. El evangelio se hará vivo en ti y te enseñará a rezar como hay que hacerlo".

El joven insistió: "Pero dime algo más". El viejo sonrió: "Ahora, lo que mejor podría hacer sería gemir, pero tú lo tomarías como un signo de santidad; por lo tanto mejor será decirte las cosas con sencillez. Meditar como Jesús recapitula todas las formas de meditación que te he transmitido hasta ahora. Jesús es el hombre cósmico... sabía meditar como la montaña, como la amapola, como el océano, como la paloma. Sabía meditar como Abraham. Su corazón no tenía límites, amando hasta a sus enemigos, sus verdugos: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Practicando la hospitalidad con los que se llamaban enfermos y pecadores, los paralíticos, las prostitutas, los colaboracionistas... Por la noche se retiraba a orar en secreto y allí murmuraba como un niño "abba", que quiere decir "papá"... Esto puede parecer insignificante, llamar "papá" al Dios transcendente, infinito, innombrable, más allá de todo. El cielo y la tierra se acercan terriblemente. Dios y el hombre se hacen una sola cosa... quizás hace falta que alguien te haya llamado "papá" en la oscuridad para comprenderlo... Pero tal vez hoy estas relaciones íntimas de un padre y una madre con su hijo ya no signifiquen nada. Quizás sea una mala imagen. "Por eso yo prefería no decirte nada, no usar imágenes y esperar a que el Espíritu Santo pusiera en ti los sentimientos y el conocimiento de Jesucristo para que ese "abba" no saliera de la punta de los labios sino del fondo de tu corazón. Ese día empezarás a comprender lo que es la oración, la meditación de los hesicastas".

Ahora vete
El joven se quedó algunos días más en el monte Athos. La oración de Jesús le llevaba a los abismos, a veces al borde de una cierta "locura". "Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí", podía decir con San Pablo. Delirio de humildad, de intercesión, de deseo de que "todos los hombres se salven y lleguen al pleno conocimiento de la verdad". Se hacía amor, se hacía fuego. La zarza ardiente ya no era para él una metáfora sino una realidad: "Ardía pero sin consumirse". Fenómenos extraños de luz visitaban su cuerpo. Algunos decía que le había visto andar sobre el agua o estar inmóvil a treinta centímetros del suelo...

Esta vez el padre Serafín se puso a gemir: "Ya está bien! Ahora vete". Y le pidió que dejara Athos, que volviera a su casa y que viese allí lo que quedaba de esas bellas meditaciones hesicastas

El joven se fue. Volvió a su país. Lo encontraron más delgado y no vieron nada espiritual en su barba más bien sucia ni en su aspecto más bien descuidado... Pero la vista de su ciudad no le hizo olvidar la enseñanza de su staretz.

Cuando estaba muy agobiado, sin nada de tiempo, se sentaba como una montaña en la terraza del café.

Cuando sentía en él orgullo o vanidad, se acordaba de la amapola ("toda flor se marchita") y de nuevo su corazón se volvía hacia la luz que no pasa nunca.

Cuando la tristeza, la cólera, el disgusto, invadía su alma, respiraba profundamente, como un océano, volvía a tomar aliento en el soplo de Dios, invocaba su nombre y murmuraba: "Kyrie Eleison".

Cuando veía el sufrimiento de los seres humanos, su maldad y su impotencia para cambiar nada, se acordaba de la meditación de Abraham.

Cuando le calumniaban, cuando decían de él todo tipo de infamias, era feliz meditando con Cristo...

Exteriormente era un hombre como los demás. No intentaba tener "aire de santo"...

Había olvidado incluso que practicaba el método de oración hesicasta; simplemente intentaba amar a Dios cada momento y caminar en su presencia.

Lo encontré dando vueltas por ahí y lo acerco porque muchas veces escuchar lo mismo con otras palabras refresca y renueva y porque hace evidente que todos andamos el mismo camino y que somos muchos más de lo que parece.

Después de zazen

 

lunes, 10 de enero de 2011

Corazón de principiantes

 
El Talmud son sesenta tomos de no sé cuántas páginas cada uno pero seguro que muchísimas teniendo en cuenta como son los judíos para estas cosas de explicar y desmenuzar. En él se registra "toda" la sabiduría de su pueblo.

Cada una de las páginas del Talmud está nominada, es decir, lleva una letra que la identifica porque en hebreo los números se reemplazan por letras de modo que Alef es 1, Bet es 2 y así... bueno, cosas suyas.

El caso es que la primera página del Talmud tiene, según la tradición, la letra Bet (la que antes hemos dicho que corresponde a nuestro 2).

Y no es un error, es un símbolo. En el último capítulo del último tomo, uno de los rabinos deja escrito:

"Y no te ufanes de haber leído hasta aquí, ni de haberlo comprendido todo porque te sigue faltando entender la página uno del primer tomo"





En estos caminos donde todo es pura y espléndida paradoja, al llegar al final estamos en el principio igual que el boyero que partió en busca del buey y volvió a la plaza del mercado -el corazón del samsara- con las manos gloriosamente vacías

Y vuelta a empezar.

A lo mejor es que hay una página que no se puede nombrar ni numerar ni describir ni nada. O sea, Eso.

viernes, 7 de enero de 2011

Transmitir la Vía

  
Un suponer para poder jugar: alguien llega por primera vez al dojo y resulta que es mudo, sordo y ciego.

¿Cómo lo hacemos? ¿cómo podremos transmitirle el Dharma? ¿cómo señalar la luna si no puede ver el dedo que la apunta?

No podemos mostrarle la postura en una estatua de Buda pues no la verá.

Las instrucciones habituales sobre cómo sentarse, respirar y todo lo demás, no las puede escuchar y tampoco leer.

Y sin embargo ha llegado hasta aquí para practicar....

Y ahora... ¿qué?

Tiene que haber una manera. O muchas. ¡Uf, menos mal que no soy la responsable del dojo y no me toca!

lunes, 3 de enero de 2011

De la estirpe de los raros

  
Resulta que los raros ahora somos nosotros.


Si te sienta bien sentarte de cara a la pared sin hacer nada más que ser durante un buen rato, eres raro.
Si a continuación cantas algo en una especie de sánscrito venido a japonés que ni entiendes porque lo tuyo es el castellano, eres raro.
Si te gusta estudiar eres raro.
Si aprecias y practicas el librepensamiento con todas las consecuencias, raro.
Si apuestas por el honor, raro.
Si eliges no aprovecharte del "tonto".
Si te empalaga la queja constante.
Si estás interesado en astrofísica.
Si no crees que "todo vale".
Si eres un propagandista de la magnificencia de la vida, si afirmas que los milagros existen y dices en voz alta que te han ocurrido y los nombras lo poco que se pueden nombrar...........
Si dedicas tiempo a la meditación o la oración.
Si tienes la sensación visceral incontestable de que "nosotros los espíritus somos más de lo que parecemos ser".
Si estás cómod@ reposando en el silencio.
Si sabes que hay más que la sola materia y las emociones y percibes y disfrutas los mundos sutiles que están en este mismo de aquí.
Si estás segur@ de que lo que sucede está bien aunque esté mal y además porque lo haces servir, que es una forma de darlo la vuelta... ahí sí que definitivamente ya no es que seas raro, es que estás de ingreso psiquiátrico.
 

sábado, 1 de enero de 2011

9.- Hsiao Ch´u (La fuerza domesticadora de lo pequeño)

 

9.- Hsiao Ch´u
La fuerza domesticadora de lo pequeño




Alimentando la esperanza
Despacito y buena letra (Gloria)

La imagen central de este hexagrama es la del elemento fuerte (todas las líneas son yang) "dominado, refrenado temporalmente" por la línea débil en la cuarta posición (el lugar del ministro). Al ministro, dada la naturaleza de su rango, le hace falta autoridad -en el sentido de completa confianza de los otros- y la fuerza para sojuzgar los elementos fuertes de una vez por todas aunque puede continuar teniendo un influjo moderador mediante "firme determinación interior, suavidad y adapatabilidad".

Este hexagrama nos indica que nuestra influencia está prácticamente limitada por las circunstancias. Otras personas están empezando a entender nuestra firmeza de carácter y a respetar nuestra forma de vida pero no lo suficiente como para corregir de forma permanente su relación con nosotros. Sólo hemos progresado hasta el punto en que la insolencia de la otra persona es refrenada, por lo que no podemos asumir que todos los problemas estén resueltos. Hasta que las relaciones sean firmes y estructuralmente corregidas, tenemos que mantener la discrección y la cautela conservando el sentido de cuidadosa responsabilidad para hacer lo que es correcto. Siempre existe la tentación de abandonar la autodisciplina. Tras conseguir pequeñas victorias nuestros "inferiores" preguntan: "¿Y ahora me puedo relajar? o ¿Tengo que seguir prestando atención, seguir siendo responsable...? y ¿Cuándo voy a disfrutar?"

Hemos de evitar la ambición (como disposición descontenta del ánimo) de querer progresar. Una victoria final no sólo es imposible ahora sino que la ambición ejercería una presión negativa. La presencia de la ambición indica que todavía no tenemos confianza en el camino de la no-acción o en el poder de adherirse a la verdad para cambiar la situación. Esta duda que es subconscientemente percibida por los demás, impide que transmitamos la impresión correcta.

Debemos descansar tranquilos con lo poco logrado. Al aceptar modestamente la forma lenta en que la naturaleza funciona, se da el margen que necesitan los otros para aceptar nuestro camino, descubrir el suyo propio y hacerlo juntos.

Mutación en la cuarta línea. "Si eres sincero, la sangre desaparece y el miedo cede. No hay culpa"
Se dan tres interpretaciones.
Primera: aunque no nos gusten algunas líneas del I Ching, éstas nos son proporcionadas con el espíritu sincero de ofrecer ayuda. El sabio ofrece su consejo a pesar de que podamos despreciarlo por ello.
Segunda: estamos en una posición de responsabilidad comunicando a otros el ejemplo del camino del sabio. Debemos hacer lo que es correcto desligándonos de los retos provocados por los egos de los otros (y del nuestro) y soltarlos aunque nuestra acción sea mal entendida. Al final, siendo fieles a nuestros principios, e consigue el efecto correcto. Vivir correctamente consiste en "mediar" entre el mensaje del sabio y los demás.
Tercera: si somos sinceros en nuestro camino no recurriremos a métodos impropios. Al dejar los métodos impropios "la sangre desaparece". Esto quiere decir que se evita la amenaza de la confusión y la prolongada amargura. La sangre simboliza las palabras y los actos que hieren emocionalmente, como cuando blandimos la luz blanca de la verdad cual si fuera un sable. Necesitamos darnos cuenta de que la verdad no es una luz blanca dura, cortante, sino la luz amarilla de la moderación. Cuando nuestro entendimiento se aleja de la modestia y de la moderación, éste se aleja de la verdad. Hablar demasiado en caliente debido a las emociones nos recuerda el efecto de una explosión atómica: la radiactividad es venenosa y contamina la relación por mucho tiempo. Entonces, en lugar de tratar con la persona, tratamos con la radiactividad.

(La mutación indica que por este camino desembocaremos en el primer hexagrama del I Ching: Lo Creativo, El Cielo)
 
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