lunes, 23 de febrero de 2015

Nada personal

 
En el universo no hay nada personal. Y saberlo aunque solo sea un destello chiquitín un ratito, resulta muy liberador.

Que nadie ni nada hace nada contra mí personalmente parezca lo que parezca y aunque de todos modos la situación requiera una acción... no personal.

Que llueve porque llueve, no porque la naturaleza me tenga manía ni haya calculado fríamente cuándo son mis vacaciones para esperar a llover. Esto que es relativamente simple de asumir se convierte en desesperantemente difícil cuando se trata de las relaciones entre nosotros los humanos. En ese momento se me olvidan todas las "grandes comprensiones"  de las leyes que rigen el universo entero y me doy por ofendidísima cuando, por ejemplo, no le caigo bien a alguien o me contradice o tiene la desfachatez de gritarme o reconvenirme por cualquier bobada con la que no estoy de acuerdo.

Suele pasar que como me sé todo lo que me tengo que saber, si me preguntan, responderé algo así como "no le puedo caer bien a todo el mundo" y pondré cara de no pasa nada. Pero, si me forzaran a ser sincera, en mis adentros el asunto va de otra forma: pienso, contra toda lógica aplastante, que con lo buena gente que soy (y aunque no lo fuera) debería caerle bien a todo el mundo, todos deberían tratarme bien ¿?. Pero pasa mucho, ¿cómo que no pasa nada?, me duele. Ridículamente y ridículo dolor pero dolor al fin y al cabo.

Excepto algunas veces que por alguna razón desconocida me habita un cierto estado de gracia o llevo muchos zazenes encima y estoy en estado de gracia transitorio como nos pasa a todos, sin esquemas mentales acerca de cómo deberían ser las cosas y las personas.

Operar, jugar, danzar con los acontecimientos sin añadirles valoraciones que no vienen a cuento de nada es lo que recomendaba, con muy buen juicio estoico, Marco Aurelio en sus "Meditaciones": "Si el pepino es amargo, tíralo. No le añadas: ¿por qué me pasa a mí esto?"

Y muchos más antes y después de él. Que no son las cosas buenas ni malas en sí mismas. Que lo que las convierte en una u otra cosa es la opinión que yo tengo sobre ellas. Y esa opinión es eso y nada más que eso: una opinión.

domingo, 22 de febrero de 2015

Tercera regla del dojo según Deshimaru

"En el Dojo encontráis amigos espirituales dignos de respeto, todos juntos practicáis el precioso zazen. Jamás debéis olvidar su profundo fervor que es más importante y eterno que los lazos familiares"


Que no es una regla, es más bien una descripción. Algunos tendemos a encontrarnos sea donde sea y en la forma que sea, que para eso el Cielo es (ya lo dice el I Ching) creativo en grado absoluto y, a nuestros ojos, irónico y paradójico.

Pueden ponerme de mal humor algunas veces algunos de mis compañeros de dojo o de sangha. Eso sí: me ponga como me ponga y, a poco que sea honesta y no me mienta, todos tienen algo que ver conmigo y todos son, de alguna forma, mis espuelas. O porque me devuelven un reflejo amable o por todo lo contrario. Pero me espolean.

Y quienes no son, se van pronto si es que llegaron y el dojo borra las memorias, elige y no por nada ni porque sean de ninguna forma sino porque pertenecen a la familia o no.

Que sé yo que no suelo explicarme bien y sin embargo se me entiende de sobra. De todos modos...

...... hacedme un favor: decidlo vosotros de mejor manera. No vale eso de : "lo has dicho estupendamente" ni cortesías convencionales por el estilo, por favor: explicad qué es eso de "amigo espiritual".........¡sin coñas que os conozco!)
 
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...