jueves, 22 de junio de 2017

22.- Pi (La Gracia)

Retomando una vieja y querida costumbre, consulto el I Ching para el Solsticio de Verano y.....





Ken: La montaña, el aquietamiento
Li: El fuego, lo adherente






La Gracia habla de la falsa gracia y de la verdadera. La falsa gracia se refiere al comportamiento presuntuoso y a la ornamentación de la falsa autoimagen/ego. La verdadera gracia habla de poseer una mente abierta, de poseer humildad, simplicidad y capacidad de aceptación.

Cualquier cosa que tenga que ver con la pretensión, como querer causar una buena impresión, crear una imagen de nosotros mismos o emplear cierto estilo o técnica al tratar con la gente, constituye una forma de ornamentación o el brillo del ego. Un ingenio agudo, un falso coraje, la intimidación, el asumir una postura de jerarquía sobre otros, una exhibición egoísta del yo o una demostración de firmeza (que significa lo opuesto a ser firme interiormente), todo esto implica la presencia de brillo. El ego es un falso yo creado por uno mismo debido a un falso coraje y una actitud defensiva. Este yo ve el mundo de una forma limitada, orientada a sí mismo y frecuentemente preocupado de cómo lo perciben los demás. El lograr resultados por medio del brillo es lo opuesto al camino del I Ching a través del poder de la verdad (ref. hexagrama 61, La verdad interior), y a través de lo inadvertido, sin necesidad de destacar.

El brillo se refiere a urdir soluciones para hacer frente a los problemas. Urdimos las soluciones porque desconfiamos o no tenemos en cuenta la voluntad o la habilidad de lo creativo (lo desconocido), para hacer que funcionen las cosas; sentimos el temor de tener que intervenir para salvar la situación. Se despierta el miedo porque nuestro ego cree que todo debería ir en línea recta hacia la solución que designa como la correcta. Es incapaz de darse cuenta de que lo creativo puede usar cualquier dirección para hacer que funcionen las cosas. Se puede decir que lo creativo usa un estilo zigzagueante, abordando el problema por aquí o por allá, confundiendo al ego supervisador y a su interminable búsqueda del control.

El brillo también habla de los enfoques fijos (convencionales, habituales) al abordar los problemas, como cuando exigimos que la gente haga lo que queremos. También se refiere a las ideas fijas, como cuando tenemos ideas preconcebidas de las cosas y no aceptamos nuevas percepciones. Puede ser que veamos la situación como desastrosa, mientras que desde el punto de vista cósmico, el curso de los acontecimientos en realidad indica que puede ser la única forma en que las cosas hubieran podido ocurrir correctamente: eso es algo de lo que nos damos cuenta más tarde, por medio de la comprensión interior de lo que sucedió (el ego siempre quiere saber por adelantado y con seguridad, lo que va a suceder).

El brillo también se refiere a una forma predeterminada de corregir las situaciones, como cuando queremos que aquellos que nos han ofendido se humillen ante nosotros o que salten por una lista caprichosa de obstáculos antes de que podamos volver a confiar en ellos.

Un contrato implícito entre dos personas, por el cual se comprometen a tolerar el ego del otro, es una relación brillante que funciona armoniosamente por un tiempo. Aunque, más tarde o más temprano, el tiránico bebé que anida en cada persona y que ha sido así alimentado y cultivado, crece demasiado y causa problemas.

Otra forma más de brillo concierne a nuestra percepción de que alguna gente es importante u otra insignificante, simplemente porque nuestra familia, clan o grupo social, ha considerado que es así. De igual manera, el brillo consiste en pensar que es importante ser entendido o "hacer algo" acerca de la situación. Nuestra importancia se basa en percibir lo esencial del asunto y entregarlo al cosmos, y no en convertirlo en el foco de nuestra acción. Cuando le entregamos el asunto al cosmos, activamos el poder de lo creativo para enderezar la situación. La verdadera gracia consiste en desligarse incondicionalmente al darnos cuenta de que lo desconocido sabe cómo hallar la solución correcta.

La verdadera gracia rechaza todas las formas en que nuestro ego se autodefiende. En nuestro trabajo de desarrollo interior se explora nuestra relación con lo desconocido, permitiéndonos rechazar gradualmente nuestras actitudes defensivas en su contra y dejando que las cosas sucedan sin interferencia ni manipulación. Cesamos de luchar por hacer que sucedan las cosas o para probarnos por medio de adornos del intelecto, títulos, derechos o cualquier otra forma de auto-afirmación. Somos conscientes del verdadero poder y gracia de la simplicidad, de la aceptación y de la dependencia con el poder supremo.

El fuego que irrumpe de las secretas profundidades de la montaña, simboliza la belleza de espíritu que crea el afecto. La belleza de espíritu es importante pero no podemos confiar en ella para hacer que las cosas funcionen correctamente. Se necesita un esfuerzo más ferviente para mantenernos claros y correctos. Las dos líneas fuertes en el trigrama inferior representan la base de la igualdad, la justicia, la dignidad y el respeto que debe estar en el lugar apropiado para que pueda existir unidad con otro. Aunque en nuestra simplicidad nos abriríamos expansivamente con la gente, sin embargo, debemos ser estrictos interiormente y exigir la correcta sensibilidad y receptividad antes de abandonar nuestra actitud de reserva.

Muchas veces recibimos este hexagrama cuando planeamos hacer algo, en lugar de esperar pacientemente a la oportunidad por la cual podremos hacer que el progreso se torne visible. Existe el peligro de que la indulgencia y el lujo, aquí llamados brillo, hayan invadido nuestra actitud. El hexagrama nos pide que volvamos a la gracia verdadera de la simplicidad: la aceptación del hecho de que no podemos lograr nada de valor sin la ayuda del sabio y que el confiar en planear y tramar bloquean su ayuda.

El recibir este hexagrama puede significar también que la mejoría de otro parece mayor de lo que es realmente y que no debemos dejarnos guiar por las apariencia. El cambio que observamos es sólo de naturaleza superficial ("él muda la cara" como dice el hexagrama 49, La Revolución), hecho debido a la presión y no a la comprensión interior y a una elección firme de seguir el bien.

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