domingo, 31 de octubre de 2010

Samhain, el Año Nuevo celta

  
Entre el 1 y el 3 de noviembre los antiguos celtas celebraban Samhain, que quiere decir literalmente el "fin del buen tiempo".


Cosmológicamente es un periodo breve durante el cual se suspenden las leyes relativas al tiempo y al espacio que rigen en nuestro plano; la barrera entre los mundos se desvanece y es más fácil la comunicación con los espíritus (durante Samhain sucede una cosa curiosa: los mundos se mezclan y se nota, el aire es menos denso), más allá de eso se facilita la comprensión de la Realidad metafísica. Más allá todavia, la conciencia y realización de la Unidad está más cerca y al alcance de la mano.

Puesto que los antiguos celtas contaban por noches y no por días, la celebración comenzaba en la noche del 31 de octubre. Todos los miembros del clan debían asistir a la reunión en la que se debatirían los asuntos económicos, políticos o cotidianos pendientes. De esta forma cerraban una parte del ciclo anual y se preparaban, limpios y sin cuentas por saldar, para la siguiente. A la reunión le seguía una alegre e interminable fiesta repleta de comida, vino, danzas, canciones y hogueras que duraba hasta el 3 de noviembre.

Samhain marca el comienzo del reinado de la Diosa Anciana, llamada Cailleach, ella encarna las fuerzas de concentración, necesaria ahora puesto que es el momento en que han de comenzar los trabajos interiores, los del alma.

Yin del año, tiempo de norte e invierno que empuja al hombre a replegarse hacia dentro tras la catarsis de la fiesta.

Samhain, el dios celta de la muerte reina con Cailleach. Por eso...

Silencio en el corazón, habla el Espíritu.
 

jueves, 28 de octubre de 2010

Proteger zazen



"...organizar una vida en la que zazen esté protegido de forma continua como el momento más importante del día, para defender el cual se anulan compromisos y no al revés..."

"El hecho es que el lazo entre personas que practican juntas tiene (debería tener) en su base la colaboración para que la propia (y ajena) práctica de zazen se pueda desarrollar del modo más sereno, continuado y profundo posible..."

"... en cierto sentido, nosotros para ellos y ellos para nosotros, no somos personas, se puede decir que somos algo más y en cualquier caso algo diferente. Hace falta proteger cuidadosamente este tipo de relación..."

(Extraído de la entrada "Sexo, Zen y Paideia" en Huellas del Zen)
  

miércoles, 27 de octubre de 2010

martes, 26 de octubre de 2010

Materialismo espiritual

    
El ego, como si fuera el Sol, el único Sol, trata constantemente de adquirir y aplicar las enseñanzas de la espiritualidad para su propio beneficio. Las enseñanzas se toman entonces como algo externo a nosotros que intentamos imitar. No queremos convertirnos en las enseñanzas, de modo que si la Tradición habla de renunciar al yo, tratamos de remedar la renuncia al ego.

Hacemos los gestos espirituales, somos actores hábiles, pero no queremos renunciar a nada, no entendemos nada, pero nos consolamos diciendo que estamos en la Vía. Si comenzamos a sentir algún conflicto o contradicción entre las enseñanzas y nuestras acciones, interpretamos la situación de manera que la racionalización allana el conflicto. El intérprete es el ego en su condición de consejero espiritual.

Es difícil bregar con este tipo de racionalización porque todo lo vemos a través del ojo de la filosofía y la lógica de nuestro ego y todo lo acomodamos dentro de nuestro esquema individual y nuestro esfuerzo es tan serio y honrado (sin ironía, de  verdad que intentamos ser serios y honrados, todos. Sobre esto al menos,  no tengo la menor duda) que es difícil llegar a sospechar de él. Siempre creemos en la integridad de nuestro consejero espiritual, los textos sagrados, las fórmulas esotéricas, la lógica matemática, la psicología profunda...

Sin embargo, siempre que comenzamos a evaluar con el fin de decidir si queremos hacer esto o lo otro ya hemos asociado nuestra práctica o nuestro conocimiento a ciertas categorías que se contraponen unas a otras. “Hago esto porque quiero alcanzar...”... va mal, nos separamos automáticamente de la realidad que somos.

Cuando formulamos juicios secundarios tales como: “Debería evitar hacer esto”, hemos alcanzado un nivel de complicación que nos aleja de la simplicidad básica que somos. Zazen es experimentar la naturaleza más simple de nuestro ego, sin añadir nada más.

El propósito principal de cualquier práctica espiritual es escapar de la burocracia del ego, salir del deseo constante que tiene de alcanzar versiones más elevadas de conocimiento, religiosidad, virtud, buen juicio, comodidad o cualquier otro objetivo.

Si no nos colocamos fuera de él tendremos una inmensa colección de sabiduría y vías espirituales y nos deleitaremos con ello y después de todo todavía habrá algo a lo que renunciar. Todo ello no es más que el espectáculo del ego, la cualidad ostentativa del ego. Se lo exhibimos al mundo y así nos aseguramos a nosotros mismos que existimos, seguros y protegidos en nuestro papel de personas espirituales. No se debe coleccionar, se trata de la apreciación plena de cada cosa, el compromiso total con cada cosa.

Cada uno tiene que aceptar la enseñanza, trabajarla, someterla a juicio crítico, masticarla, aceptarla y practicarla y convertirla en su propia enseñanza y trabajar con nuestra propia experiencia individual.

En el sendero espiritual es esencial relacionarse con uno mismo, con nuestra propia experiencia en una forma real, si no se convierte en un nuevo entretenimiento externo en vez de ser una experiencia personal orgánica. A menudo el camino espiritual se vuelve monótono, tedioso después del primer impulso inicial si no nos relacionamos con nosotros mismos en la forma que acabo de decir.

Todo lo que hacemos con la idea de que es bueno o malo se convierte en un acto parcial. La Tradición dice que tenemos que trabajar con la totalidad que está más allá de esto o aquello. Se trata de acciones completas, no de actos parciales. Sencillamente tenemos que dejarnos ser nosotros mismos, dejarnos crecer a nosotros mismos, en caso contrario se cae en el proceso autodestructivo de la confusión.

El mecanismo protector del ego incluye el hábito de inspeccionarnos a nosotros mismos. Zazen es la identificación completa...

sábado, 23 de octubre de 2010

El capitalismo excluye cada vez a más gente

   
¿Qué es una crisis capitalista?
Veamos en primer lugar lo que no es una crisis capitalista:
*Que haya 950 millones de hambrientos en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.
*Que haya 4.750 millones de pobres en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.
*Que haya 1.000 millones de desempleados en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.
*Que más del 50% de la población mundial activa esté subempleada o trabaje en precario, eso no es una crisis capitalista.
*Que el 45% de la población mundial no tenga acceso directo a agua potable, eso no es una crisis capitalista.
*Que 3.000 millones de personas carezcan de acceso a servicios sanitarios mínimos, eso no es una crisis capitalista.
*Que 113 millones de niños no tengan acceso a educación y 875 millones de adultos sigan siendo analfabetos, eso no es una crisis capitalista.
*Que 12 millones de niños mueran todos los años a causa de enfermedades curables, eso no es una crisis capitalista.
*Que 13 millones de personas mueran cada año en el mundo debido al deterioro del medio ambiente y al cambio climático, eso no es una crisis capitalista.
*Que 16.306 especies están en peligro de extinción, entre ellas la cuarta parte de los mamíferos, eso no es una crisis capitalista.

Todo esto ocurría antes de la crisis. ¿Qué es, pues, una crisis capitalista? ¿Cuándo empieza una crisis capitalista?

Hablamos de crisis capitalista cuando...

... matar de hambre a 950 millones de personas, mantener en la pobreza a 4700 millones, condenar al desempleo o la precariedad al 80% del planeta, dejar sin agua al 45% de la población mundial y al 50% sin servicios sanitarios, derretir los polos, denegar auxilio a los niños y acabar con los árboles y los osos, ya no es suficientemente rentable para 1.000 empresas multinacionales y 2.500.000 de millonarios.

Lo que demuestra la superior eficacia y resistencia del capitalismo es que todas estas calamidades humanas -que habrían invalidado cualquier otro sistema económico- no afectan a su credibilidad ni le impiden seguir funcionando a pleno rendimiento. Es precisamente su indiferencia mecánica la que lo vuelve natural, invulnerable, imprescindible.


El socialismo no sobreviviría a este desprecio por el ser humano, como no sobrevivió en la Unión Soviética, porque está pensado precisamente para satisfacer sus necesidades; el capitalismo sobrevive y hasta se robustece con la desgracias humanas porque no está pensado para aliviarlas. Ningún otro sistema histórico ha producido más riqueza, ningún otro sistema histórico ha producido más destrucción. Basta considerar en paralelo estas dos líneas -la de la riqueza y la de la destrucción- para ponderar todo su valor y toda su magnificencia. Esta doble tarea, que es la suya, el capitalismo la hace mejor que nadie y en ese sentido su triunfo es inapelable:

>> que haya cada vez más alimentos y cada vez más hambre, más medicinas y más enfermos, más casas vacías y más familias sin techo, más trabajo y más parados, más libros y más analfabetos, más derechos humanos y más crímenes contra la humanidad. !!!!

¿Por qué tenemos que salvar eso? ¿Por qué tiene que preocuparnos la crisis? ¿Por qué nos conviene encontrarle una solución? Las viejas metáforas del liberalismo se han revelado todas mendaces: la “mano invisible” que armonizaría los intereses privados y los colectivos, cuenta monedas en una cámara blindada, el “goteo” que irrigaría las capas más bajas del subsuelo apenas si es capaz de llenar el cuenco de una mano, el “ascensor” que bajaría cada vez más deprisa a rescatar gente de la planta baja se ha quedado con las puertas abiertas en el piso más alto. Las soluciones que proponen, y aplicarán, los gobernantes del planeta prolongan, en cualquier caso, la lógica inmanente del beneficio ampliado como condición de supervivencia estructural: privatización de fondos públicos, prolongación de la jornada laboral, despido libre, disminución del gasto social, desgravación fiscal a los empresarios.

Es decir, si las cosas no van bien es porque no van peor. Es decir, si no son rentables 950 millones de hambrientos, habrá que doblar la cifra. El capitalismo consiste en eso: antes de la crisis condena a la pobreza a 4.700 millones de seres humanos; en tiempos de crisis, para salir de ella, sólo puede aumentar las tasas de ganancia aumentando el número de sus víctimas. Si se trata de salvar el capitalismo -con su enorme capacidad para producir riqueza privada con recursos públicos- debemos aceptar los sacrificios humanos, primero en otros países lejos de nosotros, después quizás también en los barrios vecinos, después incluso en la casa de enfrente, confiando en que nuestra cuenta bancaria, nuestro puesto de trabajo, nuestra televisión y nuestro ipod no entren en el sorteo de la superior eficacia capitalista. Los que tenemos algo podemos perderlo todo; nos conviene, por tanto, volver cuanto antes a la normalidad anterior a la crisis, a sus muertos en-otra-parte y a sus desgraciados sin-ninguna-esperanza.

Un sistema que, cuando no tiene problemas, excluye de una vida digna a la mitad del planeta y que soluciona los que tiene amenazando a la otra mitad, funciona sin duda perfectamente, grandiosamente, con recursos y fuerzas sin precedentes, pero se parece más a un virus que a una sociedad. Puede preocuparnos que el virus tenga problemas para reproducirse o podemos pensar, más bien, que el virus es precisamente nuestro problema. El problema no es la crisis del capitalismo, no, sino el capitalismo mismo. Y el problema es que esta crisis reveladora, potencialmente aprovechable para la emancipación, alcanza a una población sin conciencia y a una izquierda sin una alternativa elaborada. Se equivoque o no Wallerstein en su pronóstico sobre el fin del capitalismo, tiene razón sin duda en el diagnóstico antropológico. En un mundo con muchas armas y pocas ideas, con mucho dolor y poca organización, con mucho miedo y poco compromiso -el mundo que ha producido el capitalismo- la barbarie se ofrece mucho más verosímil que el socialismo.

viernes, 22 de octubre de 2010

Los Tres Señores de la Guerra que defienden el ego

 
Hay en La Vía numerosos desvíos que sólo conducen a una versión deforme y egocéntrica de la espiritualidad: nos convencemos de que estamos creciendo espiritualmente cuando en realidad solo fortalecemos nuestro egocentrismo con las técnicas espirituales (me suena, me suena... lo tengo tan cerca... ¿seré yo misma quien huele mal?).

Los problemas básicos del materialismo espiritual son comunes a todas las disciplinas espirituales.

En la práctica de la meditación despejamos la confusión del ego, quemamos las confusiones, cortamos las actitudes negativas para entrever el estado del despertar. La iluminación no es algo que se produzca, es permanente, siempre ha estado ahí, es sólo que en un momento determinado la descubrimos.

El núcleo de la confusión es que el hombre cree tener un yo que le parece algo continuo y sólido. Cada vez que surge un pensamiento, una emoción u ocurre algún acontecimiento se tiene la sensación de que alguien toma conciencia de lo que sucede. En realidad este sentido del yo es un hecho discontinuo y transitorio. La lucha por mantener un yo continuo y sólido es obra del ego.

Se podría decir que el ego puede adoptar tres formas básicas:

El Señor de la Forma, el Señor del Pensamiento y el Señor de la Palabra.

El Señor de la forma es la búsqueda neurótica de comodidad, seguridad y placer físicos. Queremos protegernos de los aspectos duros e impredecibles de la vida. Se refiere a las preocupaciones neuróticas que nos impulsan a crear una vida cómoda, segura y predecible. Es la ambición del ego de afianzarse y entretenerse a sí mismo en un intento de evadir toda irritación.

El señor de la palabra se refiere al uso del intelecto para relacionarnos con el mundo. Adoptamos una serie de categorías para manejar el mundo. El producto más complejo de esta tendencia son las ideologías con las que justificamos y "santificamos" nuestras vidas, nos proveen de una identidad, normas de conducta y explicaciones de cómo y por qué de cuanto sucede. Representa la tendencia del ego a interpretar todo lo que le amenaza o irrita, de tal manera que el ataque parezca neutralizado o transformado en algo positivo desde el punto de vista del ego. Se refiere al uso de conceptos como filtros para protegernos de la percepción directa de lo que es. Si existe un mundo de cosas nombrables, entonces yo existo como una de dichas cosas nombrables.

El señor del pensamiento es el esfuerzo que hace la conciencia por mantenerse consciente de sí misma. Reina cuando hacemos uso de disciplinas espirituales o psicológicas para mantener nuestra autoconciencia. El ego puede usar las prácticas espirituales primero como un objeto fascinante y luego como un objeto de estudio. Cuando conseguimos aprender todos los trucos y respuestas del juego espiritual, buscamos producir automáticamente una mímica de la espiritualidad, porque el compromiso verdadero exige el desprenderse del ego que es a lo último que queremos renunciar.

Los tres señores seducen mediante un mito fundamental que es fruto de su propia creación: que somos entidades sólidas. Hay que abrirse paso a través de complicadas defensas de los tres señores que están hechas de la misma sustancia que nuestro espíritu. La materia prima del espíritu se utiliza para reforzar el mito primigenio de la solidez del ego.

El Buda descubrió que empeñarse en buscar respuestas no tiene ningún efecto, sólo se produce la penetración cuando no hay empeño. El método de zazen era dejar de ser, la práctica de zazen consiste en dejar de ser, en seguir la configuración, en acoplarse a la fuerza y al ritmo del estado mental. Sólo conocer el estado mental tal cual es, sin conducirlo a ningún sitio ni pretendiendo ningún resultado. No se debe uno imponer violentamente al pensamiento ni tampoco dejarlo vagar a la deriva. Seguir el ritmo de la energía del pensamiento.

El pensamiento discursivo, el chismorreo mental, es la primera línea de defensa de los tres señores. Cuantos más pensamientos producimos mayor es nuestro quehacer mental y más nos convencemos de nuestra propia existencia. Sin intervalos entre uno y otro pensamiento no hay forma de ver entre ellos, más allá de ellos. Pero en zazen no se busca suprimir los pensamientos, se los deja ocurrir espontáneamente y así manifiestan nuestra cordura original; los pensamientos se convierten en expresión de la claridad y la precisión de la mente despierta.

Después de los pensamientos, la segunda línea son las emociones. En  zazen las percibimos y las dejamos ser tal como son, no nos entretenemos ni nos distraemos por ellas. Así se convierten en fuente inagotable de energía que engendra las obras libres del ego.

A continuación van los conceptos, las etiquetas que nos hacen creer en la poderosa ilusión de que vivimos en un mundo sólido y definido poblado de cosas. Zazen consiste en captar el carácter transparente de los conceptos y que la rotulación es un simple acto de discriminación.

El Buda descubrió que no hay que luchar para verse libre. La ausencia de lucha es liberación. Este estado sin ego es el estado del Buda.

jueves, 21 de octubre de 2010

Para los tenzos

    
de Templos y monasterios, sesshines, "jornadas" y cocinas de su propia casa. Para que sepan que conocemos y apreciamos lo que hacen. Y que se lo agradecemos ¡tanto! porque el Abad Montesclioro nos hizo saber que:


 
Nuestro brillante pensamiento procede del muslo de ese animal que algunos llaman "una idiota gallina" y que si no hubiera sido por el tenzo no habríamos podido ni siquiera hincarle el diente (en el caso supuesto de que un tenzo cocinara animales, cosa que, como todo el mundo sabe, no es lo normal).
 


(Tengo un amigo que un día me contó, con cara de estar encantado por su descubrimiento, que la alegría está hecha de naranjas)
    

martes, 19 de octubre de 2010

Bashô

 
Un viejo estanque
al zambullirse una rana
ruido de agua

En japonés "suena" así (dilo en voz alta y con su ritmo, te vas a sorprender):

furu ike ya
kawazu tobikomu
mizu no oto

El más crucial e importante haiku que se haya escrito jamás y es   ZEN en estado puro, sin añadidos.
 
                     

lunes, 18 de octubre de 2010

Gran Yo, pequeño yo

 
Un día, en una sesshin,  la monja que la dirigía (esta vez y para variar era monja) dijo que Deshimaru decía:

 "Es el Gran Yo quien decide que mueran el pequeño yo de cada uno y su cuerpo. Es el pequeño yo y el cuerpo que habita quienes mueren".

Fuera porque estaba en zazen y ya se sabe que estando así todo lo que se dice "entra", fuera porque estaba de dios que me enterara... fuera por lo que fuera, lo que importa es que se me quedó incrustado en la carne, sangre, corazón, mente y espíritu que lo que yo llamo "yo" es el yo pequeño, traducción y manifestación del Gran Yo.

Es muy cierto que se me descargó la espalda y hasta el alma de tantas cosas que me sobraban por ser asunto del pasado  y no del presente que es lo único que me corresponde. Por eso, de vez en cuando, cuando las cosas se ponen feas me recuerdo a mí misma que es el Gran Yo quien decide y que Él sabe más y endereza los caminos aunque sean tantos como alientos (lo dicen los sufíes, los cabalistas, los maestros Zn, los cristianos -que no he dicho católicos-, los chamanes, los Vedas, la Biblia y el Zohar, los taoístas, masones y templarios, metafísicos de todos los tiempos y todos los que todavía no he conocido... si tantos lo dicen, yo incluida que también cuento, igual es verdad y puedo fiarme de mi nariz).

Hermoso y Simple, con mayúsculas, está escrito en el Shin Jin Mei: "Dios y yo no estamos separados" (lo pone así. Ya sé que en el Zn no se habla de Dios ni nada de eso, pero de verdad que en la edición de Miragüano de Dokushô está traducido con esa palabra que suele darnos tanto reparo pronunciar,  no sin razón). Y me lo creo a pies juntillas con todas sus implicaciones que son muchísimas y todas liberadoras.

Un saludo para todos los del Comando Dharma que han facilitado, con su última entrada, que recordara todo esto y alguna cosa más.
 

viernes, 15 de octubre de 2010

Dinero y Conciencia.

 
Joan Melé, Subdirector General de Triodos Bank, se explica ampliamente sobre su idea para hacer evolucionar el estado actual de la economia en un sentido humano.

Dinero y Conciencia Pincha aquí para ver y escuchar el video.

(Cortesia de Isa)
 

jueves, 14 de octubre de 2010

Haiku del gusano


un diminuto ingeniero
que va midiendo en el día
las longitudes del suelo
   
      

miércoles, 13 de octubre de 2010

Kayros, el Discrimen de todos los días

 
En la estructura temporal de la civilización moderna, se suele emplear una sola palabra para significar el "tiempo". Los griegos tenían dos: Chronos y Kayros. Chronos es el tiempo del reloj, el tiempo que se mide. Kayros, el momento justo, no es el tiempo cuantitativo sino el tiempo cualitativo de la ocasión, la experiencia del momento oportuno (dice wikipedia).

Justo éste que no es el siguiente, que no espera al siguiente ni se pudre estancándose en el anterior, inapelable, precioso como un brillo de plata a la luz de la luna y que solemos perder con pasmosa facilidad por estar tan distraídos.

Nosotros estamos en Kronos.
El Espíritu está en Kayros.................
(me cuentan que Rafu habló de estas cosas en la sesshin).

Curiosamente, mientras él comentaba kayros por aquí aludíamos al discrimen. Ésta es la historia que logró que sintiera -de sentir con las tripas más que con la cabeza- lo que los griegos querían señalar con kayros y los romanos con discrimen que aunque no son lo mismo, son parecidos. Primos hermanos.


10 de enero del año 705 desde la fundación de Roma, el 49 antes del nacimiento de Jesús el Cristo.

Hacía mucho rato que el sol se había puesto tras los Apeninos. Los soldados de la legión XIII aguardaban en la oscuridad, en perfecta formación y en orden de marcha. Aunque la noche era fría, estaban acostumbrados a los sufrimientos. Durante ocho años habían seguido al gobernador de la Galia de una sangrienta campaña a otra, a través de la nieve y del abrasador verano, hasta los mismísimos confines de la Tierra. Ahora, tras regresar de las tierras salvajes del norte, estaban dispuestos a cruzar una frontera muy diferente. Frente a ellos fluía un pequeño arroyo. La orilla en la que se encontraban los legionarios pertenecía a la provincia de la Galia; la otra, a Italia, y en ella estaba el camino que llevaba a Roma. Sin embargo, si los soldados tomaban ese camino, estarían cometiendo el más grave de los crímenes, pues no sólo atravesarían los límites de su provincia, sino que quebrantarían las leyes más sagradas del pueblo romano. De hecho, comenzarían una guerra civil. Pero los legionarios lo sabían desde que emprendieron la marcha hacia la frontera, y estaban dispuestos a hacerlo. Golpeando el suelo con los pies para ahuyentar el frío, esperaban a que los trompetas les diesen la señal de entrar en acción, de echarse las armas al hombro, de avanzar... de cruzar el Rubicón.

Pero ¿cuándo iba a llegar la orden? En el silencio de la noche...


... se escuchaba el arrullo del torrente, crecido por el deshielo de las nieves de las montañas, pero no el toque de las trompetas. Los soldados aguzaron el oído. No estaban acostumbrados a esperar. Habitualmente, cuando se avecinaba la batalla, solían moverse y atacar raudos como un rayo. Su general, el gobernador de la Galia, era un hombre célebre por su brío, su capacidad para sorprender al enemigo y su rapidez. No sólo eso, sino que, además, les había dado la orden de cruzar el Rubicón esa misma tarde. Así que, ¿por qué, ahora que por fin habían llegado a la frontera, les había hecho detenerse súbitamente? Pocos alcanzaban a ver al general entre las tinieblas, pero a sus oficiales, reunidos a su alrededor, les parecía un hombre atormentado por la duda. En lugar de ordenar a sus hombres que avanzaran, Cayo Julio César miraba las turbias aguas del Rubicón, y callaba. Su mente se debatía en silencio.

Los romanos tenían una palabra para momentos como ése: Discrimen, un peligroso instante de insoportable tensión en el que los logros de toda una vida pendían de un delgado hilo. La carrera de César, como la de cualquier otro romano que aspirase a la grandeza, había consistido en una sucesión de tales momentos de crisis. Una y otra vez se había jugado al azar todo su futuro, y siempre había salido victorioso del envite. Para los romanos, así era como de verdad se demostraba la talla de un hombre. Sin embargo, el dilema al que César se enfrentaba en la orilla del Rubicón era particularmente angustioso; más angustioso todavía, si cabe, porque era consecuencia de sus éxitos anteriores. En menos de una década había obligado a rendirse a ochocientas ciudades y trescientas tribus, y había subyugado toda la Galia. Pero para los romanos, los éxitos excesivos eran tanto causa de celebración como de alarma. Después de todo, eran ciudadanos de una república, y no se le podía permitir a ningún hombre que eclipsase siempre a todos los demás. Los enemigos de César, que le temían y le envidiaban, llevaban tiempo maniobrando para lograr apartarle del mando de sus tropas. Ahora, en el invierno del 49, por fin habían logrado ponerle contra la espada y la pared. Para César era el momento de la verdad. Podía someterse a la ley, abandonar su mando y ver cómo se acababa su carrera... o podía cruzar el Rubicón.

«La suerte está echada.» (Alea jacta est). Sólo como un jugador en un arrebato de pasión por la apuesta, se decidió César a dar a sus legionarios la orden de avanzar. Había demasiado en juego como para tomar una decisión basada en cálculos racionales. También demasiados imponderables. Al penetrar en Italia, César sabía que se arriesgaba a desencadenar una guerra mundial. Se lo había confesado a sus compañeros, y la perspectiva le provocaba escalofríos. Pero por clarividente que fuera, ni siquiera César podía prever todas las consecuencias que conllevaría su decisión. Además de «momento de crisis», discrimen también tenía otro significado: «línea divisoria». Y eso era, en todos los sentidos, el Rubicón. Al cruzarlo, César no sólo causó una guerra que asolaría el mundo entero, sino que también contribuyó a acabar con las antiguas libertades de Roma y al establecimiento, tras el naufragio de aquellas libertades, de una monarquía, acontecimientos de capital importancia para la historia de Occidente. Mucho después de que el imperio romano hubiera desaparecido, las alternativas que dibujaba el cauce del Rubicón -libertad y despotismo, anarquía y orden, república y autocracia- siguieron cautivando la imaginación de los sucesores de Roma. Puede que aquel torrente fuera estrecho y oscuro, tan insignificante que hemos olvidado incluso su localización exacta, pero su nombre todavía es famoso. No debe sorprendernos. Tan importante fue el cruce del Rubicón que desde entonces se ha convertido en un símbolo que representa cualquier paso trascendental.

Con él se cerró una era de la historia. Hubo un tiempo en que el Mediterráneo estuvo salpicado de ciudades libres. En el mundo griego, y también en Italia, los habitantes de estas ciudades no se consideraban súbditos de un faraón ni de un rey de reyes, sino ciudadanos, y alardeaban de los valores que los distinguían de los esclavos: libertad de expresión, propiedad privada y derechos plasmados en leyes. No obstante, gradualmente, conforme iban surgiendo nuevos imperios, primero el de Alejandro Magno y sus sucesores, y luego el de Roma, la independencia de tales ciudadanos se iba constriñendo. Llegados al siglo I a. J.C. quedaba sólo una única ciudad libre: la propia Roma. Y, cuando César cruzó el Rubicón, la República se vino abajo y ya no quedó ninguna. Como consecuencia, se acabó con un milenio de autogobierno de los ciudadanos, una experiencia que tardaría otro milenio, e incluso más, en volver a existir sobre la faz de la Tierra.

Extraído de "Rubicón", de Tom Holland

lunes, 11 de octubre de 2010

Hablamos de budismo

  
De la espiritualidad privada a la Comunión en el Espíritu.

La iluminación significa ver con qué dolor estás involucrado, de qué dolor eres causa o qué dolor mantienes en la forma que sea y renunciar a él. Buda comienza con la afirmación de que no mirar (avidya en sánscrito) es la raíz de toda la miseria del mundo. Si no miramos las consecuencias de lo que hacemos entonces podemos seguir construyendo nuestras propias ideas y persiguiendo nuestros placeres y siendo la causa de toda esa “masa de lamentación y desesperación”

Las visiones de mundos ideales se encuentran en todas las escuelas budistas, son parcela común a todas las ramas del budismo, de una u otra forma. Buda era un lokavid: aquel que ve mundos. Un visionario. El budismo tiene muchas palabras para esos mundos sanados. Se les llama Tierras Puras (sukhavatti)

Los budistas queremos sembrar semillas para mundos mejores, para muchos mundos mejores. Elegimos ser la semilla de la pasión y de la paz. “Sé apasionado de la paz”, dijo Buda. Pasión por la libertad, por la armonía, por la hermandad que viven en los más altos sueños de millones de personas. Somos radicales. Una vez amenazamos: regresaremos y seremos millones, como termina Rosa Montero su Historia del Rey Transparente. Y hemos cumplido con nuestra amenaza. Hemos regresado y somos millones. Budistas o cualquier cosa.

Cuando César cruzó el Rubicón, hubo un momento decisivo -que los romanos antiguos denominaban discrimen- antes de comenzar el paso. Eligió. Buda también eligió y cruzó a la orilla opuesta de su río particular. Fue sólo el primer paso. Después necesitó curación de la enfermedad espiritual del mundo y del mundo del que provenía. Y luego amigos con los que ponerse a trabajar.

La historia del Buda es la misma que la de cada uno de nosotros.

Cuando pensaba en los lujos de los que había disfrutado, a quién habían sido arrebatados y en qué forma, ¿puede sorprender que se hiciera realmente austero? Finalmente se dio cuenta de que no podría redimir mejor la situación castigando su propia conciencia culpable, sino utilizando esa misma energía para hacer algo de bien real. Muriéndose no podría ayudar al hambriento, pero sí podría hacerlo usando el alimento para avanzar en su servicio. Lo que el mundo requiere de nosotros y nosotros aceptamos cada noche al recitar los cuatro votos, no es solamente materia teórica, sino que requiere comprometer nuestra vida.

[El texto de base pertenece a David Brazier, un monje Zn. Me pasa casi siempre que según voy leyendo un libro, dialogo con el autor o con el propio libro, se despiertan asociaciones con cosas de mi propia vida o emergen nuevas ideas... todo en voz baja, por dentro. Creo que lo hacemos todos.

Éste es uno de los resultados. Hay infinitos resultados posibles. Todos sería bueno compartirlos.

Aparte: si os fijáis en la imagen, es una de esas imagenes imposibles al estilo de Escher. En esta, la tierra y la nieve se convierten en cielo y nubes no se sabe bien en qué momento. Puede ser que los mundos ideales sean algo así, un poco, solo un poco, imposibles. De todos modos los vamos a perseguir. Hasta llegar a cruzar a la Otra Orilla y llevar con nosotros a todos los que hayamos conseguido contagiar.

Me parece que entonces estaremos en el mismo lugar pero de otra manera.]
   

sábado, 9 de octubre de 2010

Hablando de lluvia

 
y hablando de Zn y hablando de cosas hermosas y de Armonía: un haiku para un paraguas.




Flor de tristeza
que se abre cuando el llanto
del cielo empieza.






Sería más que bonito leer los nuestros. Si los enviáis al musgo: musgodeestrellas@gmail.com  aquí los publicamos.
 

Nada personal

 
En el universo no hay nada personal. Y saberlo aunque solo sea un destello chiquitín un ratito, resulta muy liberador.

Que nadie ni nada hace nada contra mí personalmente parezca lo que parezca y aunque de todos modos la situación requiera una acción... no personal.

Que llueve porque llueve, no porque la naturaleza me tenga manía ni haya calculado fríamente cuándo son mis vacaciones para esperar a llover. Esto que es relativamente simple de asumir se convierte en desesperantemente difícil cuando se trata de las relaciones entre nosotros los humanos. En ese momento se me olvidan todas las "grandes comprensiones"  de las leyes que rigen el universo entero y me doy por ofendidísima cuando, por ejemplo, no le caigo bien a alguien o me contradice o tiene la desfachatez de gritarme o reconvenirme por cualquier bobada con la que no estoy de acuerdo.

Suele pasar que como me sé todo lo que me tengo que saber, si me preguntan, responderé algo así como "no le puedo caer bien a todo el mundo" y pondré cara de no pasa nada. Pero, si me forzaran a ser sincera, en mis adentros el asunto va de otra forma: pienso, contra toda lógica aplastante, que con lo buena gente que soy (y aunque no lo fuera) debería caerle bien a todo el mundo, todos deberían tratarme bien ¿?. Pero pasa mucho, ¿cómo que no pasa nada?, me duele. Ridículamente y ridículo dolor pero dolor al fin y al cabo.

Excepto algunas veces que por alguna razón desconocida me habita un cierto estado de gracia o llevo muchos zazenes encima y estoy en estado de gracia transitorio como nos pasa a todos, sin esquemas mentales acerca de cómo deberían ser las cosas y las personas.

Operar, jugar, danzar con los acontecimientos sin añadirles valoraciones que no vienen a cuento de nada es lo que recomendaba, con muy buen juicio estoico, Marco Aurelio en sus "Meditaciones": "Si el pepino es amargo, tíralo. No le añadas: ¿por qué me pasa a mí esto?"

Y muchos más antes y después de él. Que no son las cosas buenas ni malas en sí mismas. Que lo que las convierte en una u otra cosa es la opinión que yo tengo sobre ellas. Y esa opinión es eso y nada más que eso: una opinión.
 

miércoles, 6 de octubre de 2010

Al alba (Aute)

  
Presiento que, tras la noche, vendrá la noche más larga. Quiero que no me abandones, amor mío, al alba.
  

 
Si te dijera, amor mío,
que temo a la madrugada,
no sé qué estrellas son éstas
que hieren como amenazas
ni sé qué sangra la luna
al filo de su guadaña.

Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga,
quiero que no me abandones,
amor mío, al alba,
al alba, al alba.

Los hijos que no tuvimos
se esconden en las cloacas,
comen las últimas flores,
parece que adivinaran
que el día que se avecina
viene con hambre atrasada.

Miles de buitres callados
van extendiendo sus alas,
no te destroza, amor mío,
esta silenciosa danza,
maldito baile de muertos,
pólvora de la mañana.
  

martes, 5 de octubre de 2010

Zen sin juguetes

  
Sawaki Kôdô fue abad de Antaiji desde 1949 cuando el templo aún estaba en el norte de Kyôtô.

Sawaki Kôdô Rôshi fué el maestro Zn que devolvió al degenerado Zn del siglo XX a sus raíces: la práctica de zazen sin expectativas de ganancia. Junto con su estudiante Uchiyama Kôshô Rôshi, transformó Antaiji de un lugar donde habia un estudio intelectual de textos budistas en un lugar para la práctica Zn basada en un puro zazen.

Uchiyama Rôshi que fue ordenado por Sawaki Kôdô en 1941, cuidaba Antaiji, mientras Sawaki Rôshi viajaba por todo Japón dirigiendo sesshin (práctica intensiva de zazen). Cada mes una de estas sesshin tenía lugar en Antaiji.

En 1962 Sawaki se asentó definitivamente en Antaiji debido a la debilidad de sus piernas. Allí, Uchiyama Rôshi cuidó de él hasta su muerte en diciembre de 1965.

Al contrario de las grandes ceremonias funerales habituales, Uchiyama Rôshi decidió, después de la muerte de Sawaki Rôshi, dirigir una sesshin en su memoria de 49 dias de duración. Así, reafirmó la importancia que Sawaki Rôshi daba al zazen y que nunca puede ser reemplazado por rituales o ceremonias. La sesshin de 49 dias también se volvió el inicio de un nuevo "estilo Antaiji" de sesshin: sesshin sin juguetes: sin charlas sobre el Dharma, sin lecturas de sutras, sin hablar, sin kyôsaku, sin samu.
   

domingo, 3 de octubre de 2010

Va por ti

 
A Peter Pan la llamaban Peter Pan porque tenía pinta de Peter Pan. Así plantada con los pies en el suelo y los brazos en jarras, el pelo rizado siempre recogido con pinzas de colores, los ojos abarrotados de chispas brillantes como diamantes que en un momento podían ser una tormenta de furia, lágrimas de soledad redondas despeñándose desde el borde de las pestañas o pasión, así, pasión a secas. O también ternura. Y alegría y risa y amargura y rabia y... de todo, lo que se dice de todo, no la faltaba de nada. Porque Pan era un molinillo de sentimientos huracanados que la piel solo conseguía sujetar a medias.

Pan no había tenido una vida feliz, ni muchísimo menos y había nacido en una familia equivocada que no sabía bien qué joya había llegado a visitarles. Así que aunque no era su intención tratarla mal, lo cierto es que muy bien no la habían tratado. Y Pan se resintió. Y luego fue que muy pronto tuvo una hija de lo más bonito y entonces pensó que bien podía hacer una familia como la que no había tenido. Pero eran malos tiempos aquellos en los que vivía Pan para formar una familia como las que salen en las películas y entonces tuvo una familia como las que salen en la vida real. Y se conoce que tampoco la gustó, o al menos no del todo, y como era una mujer de rompe y rasga, llenita de intuición y fuerza pues decidió romperla (la familia que no la gustaba, se entiende) a pesar de que el corazón la sangraba por dentro y por fuera. Porque como todo el mundo sabe, las batallas de la vida, se ganen o se pierdan, se pagan.

Y más tarde creyó que había encontrado una pareja como debía de ser, pero tampoco salió bien. Y así estaba ahora Pan pensando que tenía treinta y nueve años y que su hijita ya era una hija, así, sin el “ita” por detrás porque ya había crecido y que se encontraba sola con un montón de magia entre los dedos para repartir y sin nadie cerca a quien poder reglársela y delante de quien pavonearse. Pensando y padeciendo. Y lo malo era que miraba hacia delante, extendía la vista así como si fuera clarividente y decía: “¡Pues vaya un erial de vida que me queda por vivir!”, bueno, en realidad lo que decía era: “¡Pues vaya una mierda de vida que me queda por vivir” o algún taco más gordo. Y como ya se ha dicho que no era de las de quedarse quietas empezó a pensar qué cosas podía hacer. Pero todo lo que se la ocurría no parecía ser muy realista. Pensó en ser bailarina pero una vocecita en su oreja izquierda le dijo: “¿Cómo vas a ser bailarina con estos años que tienes?” y Pan se quedó de un aire. Menos mal que Pan tenía otra vocecita en su oreja derecha que también quería hablar y le susurró: “¿A qué te refieres con ser bailarina?, porque si te refieres a ganarte la vida con eso, pues no creo que tengas mucho éxito, la verdad, aunque nunca se sabe, pero si lo que quieres es bailar, pues... bailar lo que se dice bailar es gratis, necesitas lo que ya tienes: un cuerpo y música en el alma ¿no?”

Pan se quedó pensando porque no sabía muy bien a qué carta quedarse. A ella le gustaba bailar y quería ser bailarina y haciendo caso a la vocecita de la oreja derecha, se preguntó si para ser bailarina y hacer una danza con cada paso que daba y cada movimiento con la mano, necesitaba que la pagaran por ello. Y se respondió que igual sí y que igual no, pero desde luego que mejor que sí. Esperó a ver si las vocecitas incordionas la ayudaban un poco, pero las muy malditas se habían quedado mudas como hacían siempre que las necesitaba. Decidió dejarlo estar y pensar en otra cosa que fuera más fácil y más adecuada a su edad, pero no se la ocurría nada de nada. Un desastre tan desastroso que llegó a pensar que era o tonta de remate o tonta del culo, pero en cualquier caso, tonta.

Siguió pensando tanto y con tanta fuerza aunque con tan escasos resultados que a la vocecita de la oreja derecha le terminó dando un poco de pena y se dignó hablar: “¿Y has pensado seguir con tu vida normal y corriente?. Al fin y al cabo tienes un trabajo en el que eres una estrella ¿no?. Y en el barrio todo el mundo te conoce y algunos o muchos igual hasta te quieren, que no creas que a todo el mundo le pasa eso de que le quieran. Y tienes amigos y una hija que, hombre, ahora estará un poco tonta, ya se sabe, cosas de la edad, pero se la pasará porque todo pasa. Y has hecho milagros con tu padre, que ya sé que no lo merecía, pero bueno, la cosa es hacer lo que una cree que tiene que hacer sin esperar más nada. Y tú lo has hecho, así que igual él no puede estar muy orgulloso de sí mismo, pero para ser sinceras, sí puede estar orgulloso de ti, aunque los padres nunca digan esas cosas porque no saben decirlas, esa asignatura no entró en su colegio. Y tú también puedes estar orgullosa de ti, que al fin y al cabo hiciste lo que tenías que hacer, no eres como él y ni tan siquiera como tu madre, no, tú eres como eres tú, que no es poco, hija, porque yo que te conozco te puedo decir que eres todo un carácter. Y, vamos que si lo que te falta es un hombre al lado pues ya vendrá, caramba, y si no viene pues él se lo pierde. ¿Por qué no te dedicas mejor a ti misma y tus entretelas? Al menos de momento, para que cuando llegue tu héroe te encuentre hermosa por dentro y por fuera y entre que llega y no llega pues te vas disfrutando tú misma, tus minutos y tus días. Si en el fondo y lo mires como lo mires, no hay mucho más que hacer que vivir. Y te digo la verdad, que cómo vivas es cosa exclusivamente tuya, tú sabrás, tú mandas. Puedes despertarte por la mañana y sentir el gozo del agua fresca que te lava la cara o el cuerpo entero o lo que sea que te lavas o puedes cagarte en todos los muertos del que inventó el agua fría, pero eso es cosa tuya. Puedes alegrarte de trabajar en una rebotica y conocer un montón de sustancias mágicas y milagrosas o desesperarte por despachar pastillas como si fuera un todo a cien. Puedes hablar con la gente y aconsejarla y preguntarla cómo le va la vida y sonreír y quedarte con el cariño que te regalen o pensar que son unos gilimemos maleducados y para más inri viejos y enfermos que no merecen la pena en absoluto. Pero eso lo decides tú. En el fondo y aunque digan por ahí que las cosas son como son, es mentira, todo mentira, las cosas son como a nosotros nos da la gana verlas que para eso mandamos en los territorios que van de nuestra piel para dentro...”. Y así siguió por un buen rato mientras la vocecita, que en ese rato más bien parecía una vozarrona, de la oreja izquierda no hacía más que repetir: “¡Bobadas!” Se conoce que se había quedado sin argumentos porque ya se sabe que cuando uno se queda sin argumentos lo único que sabe hacer es descalificar.

La cosa es que Pan a medias hacía caso de lo que oía por la derecha y más bien se identificaba con lo que escuchaba por la izquierda. Y no se comprendía a sí misma porque Pan misma reconocía que la venía mejor hacer caso de la vocecilla derecha que era más animada y prometía cosas más alegres y que cuando la hacía un poquitín de caso se ponía como con más energías y más ilusiones y se le ocurrían bromas y travesuras y cuentos y formas de hacer de su casa un palacio aunque estuviera hecha de adobe del malo, pero claro, como estaba rodeada de gente que todo lo veía trágico y con los ceños fruncidos y los pensamientos negros y sosos, que es que esa gente era sobre todo sosa y gris, pues era como si estuviera contagiada de un mal virus de invierno.

Y así andaba hasta que un día, un buen día, se tropezó con un acupuntor. Preguntó por ahí en qué consistía eso de la acupuntura por si podía echarle una mano con sus líos y confusiones. Y entonces le dijeron que se trataba de que la pincharan con agujas por todo su cuerpo serrano. Y Pan, que era bastante fantasiosa gracias a todos los dioses, se dijo a sí misma que igual pinchándola como si fuera un acerico la haría algún que otro agujero y por ahí se le podrían escapar todos los lagrimones y malos humores. Y algunos se escaparon, sí señor, aunque no todos, ni mucho menos. Y un poco más tarde, por motivos que no vienen al caso, se puso a hablar con una señora que adoraba los cuentos de hadas, las varita mágicas y lo que ella denominaba "el estupendo don de la invisibilidad" a lo mejor porque era tan pequeña que apenas se la veía a no ser que una se fijara mucho. La verdad es que la pobre Pan no veía por ningún sitio ni magias ni zarandajas. Ni conseguía un novio ni le proponían un trabajo maravilloso, ni su padre se volvía Sean Connery ni a su madre le crecía una sonrisa de oreja a oreja, ni su hija... Pero ellos tercos como mulas seguían diciendo: “Que sí, que sí, que se puede, ya verás cómo puedes, cambia de gafas”. Y tanto se lo dijeron que a Pan se le ocurrió pensar que a ver qué cosas hacían ellos para estar tan tranquilos (o que se les viera tan tranquilos, que no es lo mismo) a pesar de no tener ni un duro y de tantas otras cosas que ella no sabía aunque estaba segura de que por algún sitio les fallaría la vida, como a todo el mundo por otro lado si bien se mira.

Y ellos le dijeron: “Pues que no hacemos caso ni del pasado ni del futuro. Que el pasado se va con el viento y al futuro nunca se le alcanza por más que corramos, así que nos quedamos en este momento de justo ahora y hemos descubierto que justo aquí y ahora no hay nada que nos haga daño. Prueba y verás que si te quedas quieta, justo aquí y ahora no hay nada que te pueda hacer ninguna herida. Pero tiene que ser justo aquí y ahora. En cuanto dejas que el segundo que acaba de pasar se te quede pegado a los talones, da la lata. Y si dejas que asome la nariz el segundo que justo viene a continuación, te va a inquietar, seguro”. ¿Solo estar haciendo justo lo que hacía en ese momento? ¡Pues qué difícil! ¿Y solo hacerlo por hacerlo y no para conseguir nada? ¡Pues vaya chorrada!. Y ellos seguían mareando como si fueran el coro de un teatro griego: “Que sí, que sí”.

Tanto y tanto se pusieron pesados con eso que al final un día se acercó a entrenar lo de quedarse quieta y simplemente estar, como si fuera en la serie aquella de Doctor en Alaska que ponían por la noche de madrugada en la 2, a lo mejor para que nadie la viera. Y se quedó sentada y quieta, aunque la cabeza le daba vueltas como una centrifugadora, durante más de media hora. Y cuando se levantó... se fueron a tomar un vino con los demás y su vida continuó, igual, pero más serena. Y volvió y se volvió a levantar un poquito más tranquila. Y volvió y un día de aquellos para cuando se levantó, sin previo aviso y sin preguntar a nadie, la entró la risa. Y al menos en ese minuto cierto había cambiado el llanto por la sonrisa. Pan 1 Lágrimas 0, hasta el siguiente partido ¿Quién ganaría la Liga? Pues será cosa de aguantar, se dijo Pan, al fin y al cabo, de vez en cuando hasta el Numancia gana al Barça (con perdón de los catalanes). Y siguió y siguió hasta que un día una vocecilla que no venía ni de la derecha ni de la izquierda sino más bien como de los adentros más interiores de ella misma, se descolgó diciendo: “Mira, déjate de mariconadas y de tristezas, dale una patada en el culo a todo tu pasado y mejor que nada sonríe. Cambia el tonillo amargo por otro más cantarín, aunque solo sea para variar y por ver si puedes. Al fin y al cabo vivir es vivir, unos días hace sol y otros llueve, como en verano hace calor, pues sudas y en invierno que hace frío pues tiritas ¿cuál es el problema hija de dios?”.

Y Pan que además de fantasiosa gracias a todos los dioses, también era mujer de tener los pies firmemente asentados en la tierra, se dio cuenta de que ella misma, porque de ningún otro lugar podía salir una voz tan sensata y juiciosa, se estaba dando la respuesta a todas las preguntas. Con todo y con eso no pudo por menos de retrucar y refunfuñar y se dijo: “Pero es que yo no quiero no tener novio”. Y la vocecilla en ese momento cambió a burlona: “¡que no quiero, que no quiero, ah, la niña no quiere, pues la niña se aguanta! ¡total por un noviete mira cómo se pone! ¡ni que le fuera a ella a arreglar la vida! Pues mira, hija, mientras llega tu héroe salvaje haces lo que tengas que hacer. ¿Es que no te das cuenta? En el universo entero cada cosa hace a su tiempo lo que le toca, y ya está, no andan todo el día quejándose. El árbol da sombra así se le ponga debajo un maleante. Y el sol sale todos los días por el mismo sitio porque ese fue el pacto entre los dioses y los hombres. Y la lluvia llueve aunque tú te vayas de vacaciones ¡tía lista!”

Y Pan entonces dijo...

viernes, 1 de octubre de 2010

59.- Huan (La dispersión. Disolviendo el egoísmo)

 
El que ha salido. 

59.- Huan La dispersión
(Disolviendo el egoísmo)
Un egoísta es aquel que se empeña en hablarte de sí mismo cuando tú te estás muriendo de ganas de hablarle de ti (Jean Cocteau)

La dispersión se refiere a la disolución de los sentimientos y los pensamientos que nos llevan a adoptar un punto de vista rígido en cualquier aspecto de nuestra vida y respecto a cualquier asunto. Tales pensamientos hacen que condenemos a las personas como imposibles y como incapaces de cambiar.

Es muy fácil que se produzcan este tipo de pensamientos cuando, al abrirnos a los demás, encontramos que no son tan receptivos como habíamos anticipado. Es importante disolver la la duda, los sentimientos heridos o la ira, para volver a una actitud inocente e independiente, no condicionada. Una vez que nuestra independencia interior ha sido reestablecida, los demás se relacionarán con nosotros de mejor manera.

La dispersión, como imagen, describe una técnica para liberarnos de las garras de las emociones. Esta técnica supone deshacerse de los sentimientos como si los entregáramos al viento (sun) o como si los lavara el agua (k´an), el agua activa y persistente que está asociada con el esfuerzo. [Este hexagrama contiene estos dos trigramas: sun y k´an] A través del esfuerzo de la voluntad acumulamos la fortaleza necesaria para abandonar todos los sentimientos y pensamientos negativos.

Sun también está asociada con la suavidad, como si fuera una delicada brisa. Es así como recomienda dispersar el egoísmo: a través de la suavidad y no de forma brusca. Debemos ser suaves con nosotros mismos a pesar de nuestros errores y debemos ser suaves con quienes sufren las presiones del orgullo, el enajenamiento y los sentimientos de inferioridad. Hay que tener en cuenta que cuanto más culpables nos sentimos, más rígido y sensible se vuelve nuestro orgullo. La suave perseverancia disuelve la durezas y la rigidez defensiva.

También tenemos que dispersar los sentimientos de desesperanza que nos conducen a romper nuestros lazos con los demás. Es importante dispersar lo inferior, ya sea la duda, el miedo de continuar nuestro camino, la ira, la tentación de volvernos indiferentes a los sufrimientos o aquellos conflictos interiores que susurran insistentemente: "¿Por qué tienen que ser las cosas así?" Esto incluye todas las reacciones emocionales y las frustraciones relacionadas con nuestras propias deficiencias y las de los demás que con tanta desgana solemos aceptar.

Se refiere también a las ideas fijas acerca de "tener que hacer algo". Sentir que estamos bajo presión nos indica que estamos excesivamente involucrados, excesivamente atrapados por alguna emoción. Necesitamos dar un paso atrás, desapegarnos y dejar que una nueva percepción se abra camino.

Al darnos cuenta de que hemos cometido tales errores, en lugar de caer en la desesperación, debemos adherirnos firmemente a lo correcto y esperar. Con esta actitud el daño se corregirá y la tensión se aliviará sin dejar efectos posteriores.

La dispersión también se refiere a dispersar nuestro apego a ciertos puntos de discusión y a nuestra resistencia terca e infantil al funcionamiento de las cosas. Resistimos de esa manera cuando malentendemos las situaciones, las personas, etc. o las entendemos tan sólo parcialmente. Al abandonar nuestra resistencia hacemos posible que emerja un entendimiento completo, una mejor y mayor percepción del problema con el que estemos tratando; hasta entonces, nos ayuda confiar en que el universo sabe cómo hacer que las cosas funcionen, tanto lo imposible como lo improbable. Una vez que aceptamos esta posibilidad puede suceder tanto lo imposible como lo improbable.

Tercera línea mutante: Él disuelve su yo. No hay arrepentimiento.... su voluntad se orienta hacia fuera.
 …indica que es tiempo de dispersar los pensamientos centrados en uno mismo. Ahora no hay que dedicarse a la lamentación, pues a veces, la tarea se torna penosa. Hay que dejarse a uno mismo de lado, dispersando aquello que el ego quisiera acumular como barrera, con fines de separación.
Disuelve su yo
 Su voluntad se orienta hacia fuera
 Esta línea nos aconseja renunciar a los sentimientos acumulados que comprometen la percepción que tenemos de nosotros mismos. La mayoría de estos sentimientos son defensivos. Es como si siempre estuviéramos en guardia; nos subimos a una pequeña colina mirando hacia abajo a los otros, presumiendo de que somos los únicos que sabemos lo que es correcto. Al defendernos, podemos haber condenado como imposibles a aquellos que se supone que debemos rescatar.

Necesitamos disolver estas barreras y los sentimientos negativos que las soportan tales como la mala voluntad, el resentimiento y la enajenación.

También necesitamos disolver las ideas sobre cómo queremos que sucedan las cosas y permitir que el universo haga la obra a su manera. Tenemos que darnos cuenta de que los demás pueden conseguir la ayuda del universo y que son capaces de encontrar su propia verdad dentro de ellos mismos sin nuestra intervención.

Solamente cuando hayamos renunciado al ego, conseguiremos "ir al encuentro" (hexagrama 44) de los otros.
…o lo que es lo mismo, teniendo la meta fuera de sí mismo, puesta en una gran causa, con un gran renunciamiento, ahora, podrá alcanzar esa actitud con la que conquistará la fuerza necesaria para lograr luego grandes realizaciones.

Otro comentario al hexagrama puntualiza:
El ideograma Huan equivale al término diseminar nubes o multitudes o dispersar lo que está bloqueando la luz o lo que obstruye la conciencia. Por eso, después de la disolución, la tarea es lograr una nueva reunificación. Sea cual sea el aspecto de la energía que se haya acumulado, su camino es dispersarse de nuevo en un eterno ir y venir.

Cuando el texto afirma que "el rey se acerca a tu templo", templo se refiere al lugar donde se está apartado de los males del mundo. Así, se debería emplear lo espiritual para protegerse del peligro que pueda amenazar. Porque lo espiritual es necesario y conveniente en estos momentos como medio de encauzar nuestro corazón.

El hexagrama dice que es venturoso "Cruzar el Gran Río, atravesar las Grandes Aguas". Esto simboliza que se obtienen resultados concretos. Firmeza y rectitud al atravesar el Gran Río consiguen el beneficio deseado al dispersar los efectos del egoísmo separador y enseña cómo hacer para conducir a la reunión superando los efectos del “ego”. Para ello es necesario recurrir a las fuerzas espirituales.

Sólo cuando nos liberamos de los efectos del “ego”, y nos arraigamos en la justicia y la constancia, seremos capaces de lograr la reunificación disolviendo los efectos de la dureza del egoísmo al mismo tiempo.
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