sábado, 9 de enero de 2010

Curiosamente...

... el lugar donde más libre me siento es en el dojo. Allí donde no puedo hacer ni una sola elección una vez he atado las cintas del kimono. O en el hospital una vez me he puesto "de blanco". O en la consulta, tras cerrar la puerta y cambiar mi piel para vestir y vivir la del otro.

Me encanta dejar de "ser yo". Stéphan decía que "estaba harto de su ego". Yo no siempre estoy harta de mi ego pero me aburre soberanamente la mayor parte del tiempo. Me apetece más bien poco, tirando a nada, decidir si tal o cual cosa me conviene o si con esto o lo otro gano algo o pierdo o gana el de enfrente... el egoísmo me parece tedioso aunque sea necesario para vivir. Pero, bueno, no sé, siempre hay aire de sobra para respirar yo y todos, aunque sean muchísimos. Y tengo la sensación de que lo mismo sucede con todo lo demás. Que hay de sobra. Que no hace falta que me bata a duelo de muerte por las cosas que realmente son necesarias para vivir. Si no me lío, claro.

Por el contrario, en el dojo las cosas son como son y siempre son igual (aquí Iñaki dirá: "más o menos, siempre y cuando a usted no le dé por cambiar alguna cosita"). Bueno, pero son igual. La misma postura vieja como el buen viejo Buda. El mismo pie para entrar. Siempre el mismo para salir. Los dolores conocidos en los mismos puntos de siempre aunque a veces me sorprendan viajando hasta la otra rodilla. El olor del shoko carísimo. Siempre carísimo. Otra cosa que no cambia. Y que, gracias a Dios, ni eso tengo que decidir.

1 comentario :

  1. que bonito darse cuenta... por lo que dices en el segundo párrafo.
    Yo tb me aburro de mi a veces, otras no :) Quizá sea cuestión de darse la importancia justa... o sea ninguna! :) jaja.

    hmmm... La libertad en el dojo... será por que la identidad personal se disuelve? Porque no hay necesidad de definirse?

    Un beso, y gracias por regalarnos palabras aquí.

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