jueves, 21 de octubre de 2010

Para los tenzos

    
de Templos y monasterios, sesshines, "jornadas" y cocinas de su propia casa. Para que sepan que conocemos y apreciamos lo que hacen. Y que se lo agradecemos ¡tanto! porque el Abad Montesclioro nos hizo saber que:


 
Nuestro brillante pensamiento procede del muslo de ese animal que algunos llaman "una idiota gallina" y que si no hubiera sido por el tenzo no habríamos podido ni siquiera hincarle el diente (en el caso supuesto de que un tenzo cocinara animales, cosa que, como todo el mundo sabe, no es lo normal).
 


(Tengo un amigo que un día me contó, con cara de estar encantado por su descubrimiento, que la alegría está hecha de naranjas)
    

3 comentarios :

  1. Pues si, ciertamente, la alegria está hecha de naranjas y tomates y arroz. Por esto digo que mi cuerpo es el universo entero. Ahora sólo falta que mi conciencia sea, también, la del universo entero.

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  2. Hace años, estaba muy influenciado por el hinduismo, el vedanta, cristianismo, etc. y era muy idealista. Creía que somos esencialmente seres espirituales, inmortales, que nos encarnamos (y reencarnamos) en la materia. Pero con el tiempo, quizás debido a la influencia de mi actividad científica y, sobre todo, mi contacto con el zen, me he vuelto cada vez más materialista. He ido descubriendo una espiritualidad materialista. Yo no sé qué soy, si este “yo” que piensa “yo” está hecho de neuronas o de otra cosa. Lo que sé es que mi cuerpo es el universo entero, y que ese universo es tan absolutamente maravilloso, bello y sorprendente, que cualquier otra hipotética realidad ajena a él queda descolorida. “Hay otros mundos, pero están en este”.

    Y es entonces cuando cobra pleno sentido decir “la alegría esta hecha de naranjas” o “nuestro brillante pensamiento procede del muslo de una gallina”. Científicamente es así. ¡Y es maravilloso que sea así! Y en la percepción y la veneración de esa maravilla es donde, para mi, empieza la mística i la espiritualidad. Porque yo soy una naranja, o una gallina. Sólo el ego, el “pequeño yo”, se interpone a veces y se revela. Y aquí está el trabajo que hay que hacer. Para que mi conciencia llegue a ser la del universo entero. La conciencia de la naranja, la conciencia de la gallina, la conciencia de mi madre Tierra.

    Y creo que esto es zen. Unificar cuerpo y espíritu. Encontrar lo maravilloso y la insondable profundidad en lo más cotidiano, en nuestra realidad más cercana. Ahora, aquí.

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  3. Nos debes muchas explicaciones sobre el fuego del corazón, la reflexión del bazo, la responsabilidad del riñón, la nostalgia del pulmón... a que lo he dicho todo mal!... si es que no aprendo, es que no aprendo... ¿quieres contárnoslo?

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